“Esculpe, lima, cincela; que tu flotante ensueño quede fijado en el duro bloque.”
Se suele dar por sentado que el mazo y el cincel son las herramientas primordiales de quien se encuentra dando los primeros pasos en este largo camino que es el trabajo sobre uno mismo, y que en ocasiones nos resulta tremendamente fatigoso, bien porque la piedra a desbastar es excesivamente dura, bien porque con cada golpe se nos deshace conduciéndonos a comenzar el trabajo desde el principio, bien porque no situamos el cincel en el lugar adecuado, bien porque el golpe es demasiado fuerte o demasiado suave.
El Mazo y el Cincel son herramientas complementarias. – Poco consigue el Cincel sin el Mazo que lo empuje. También sin el Cincel, el Mazo en vez de desbastar, puede destruir. Ahora cabe preguntarse, ¿Qué es lo que hay que desbastar en estas piedras que somos nosotros mismos?. La respuesta es: los condicionamientos que en nosotros ha impuesto la sociedad que son útiles y necesarios, y también nos transmite prejuicios y creencias.
El Mazo y el Cincel son los que descubren la verdad del hombre interior, y curiosamente, esa verdad no se obtiene leyendo tratados, sino que al revés: desaprendiendo, y al mismo tiempo, percibiendo con todos nuestros sentidos para de esa manera formar una opinión propia acerca de la vida, la cual esté ausente de prejuicios y mandatos impuestos por nuestra programación o condicionamientos. Eso es desbastar.
Refiriéndose al Mazo, el Ritual dice: «El Mazo nos enseña que la destreza sin el esfuerzo es de poco provecho, y que el destino del hombre es trabajar; en vano concebirá el corazón y trazará el cerebro si la mano no está pronta a ejecutar el modelo. También representa la fuerza de la conciencia, que debe abatir todo pensamiento vano e inconveniente».
Lógicamente esto es expresado en forma alegórica, pues toda transformación en la Piedra Bruta no se realiza con la mano sino con el Yo más profundo, es decir, aquél que es capaz de observar los procesos internos de nuestra psiquis.- Ese trabajo debe ser constante y no implica aceptación ni condenación. Es sólo conocimiento de sí, autoanálisis, autoobservación. Yo me observo a mí mismo, ¿Quién es el Yo? , ¿Quién es el Mí?. El Yo sería la conciencia y el Mí, la mente condicionada.
Con respecto al Cincel, el Ritual nos dice: «…nos señala que para establecer la percepción, son necesarios la educación y la perseverancia; que sólo por repetidos esfuerzos logramos pulir el tosco material de nuestra naturaleza, y que nada sin esfuerzo infatigable, puede crear el hábito de la virtud, iluminar la mente y purificar el corazón».
Son importantes el conocimiento ayudado por la perseverancia y el trabajo. Nuestros esfuerzos deben, por lo tanto, tener una meta en el tiempo, pero esa meta debe partir de la realidad existente. Si no trabajamos hoy, no hay futuro. Por otra parte, nuestro trabajo debe tener una base real en lo que existe hoy y no en lo que hipotéticamente existirá en el futuro. Si nos concentramos en la planificación de lo que debemos ser, perdemos el hoy y no llegamos a ninguna parte. Los objetivos deben ser obtenidos paso a paso, mediante el trabajo en el presente. Eso es perseverancia
La Fuerza de la cual se habla en la Masonería no es aquella que sirve para golpear, sino para soportar, para resistir. Esa fuerza es básica en la formación del carácter y en el dominio de las emociones, nuestro Yo, nuestra conciencia, debe estar llano a escuchar lo que la parte emocional tiene que decirle. – Los traumas y defectos tienen un origen que debe ser descubierto. La conciencia debe concentrarse en él, y no condenar, a priori, las actitudes.
Nosotros AA, estamos comenzando una larga carrera, la meta es la misma para todos y el tiempo no cuenta. No se trata de llegar la primera o el primero sino de llegar. No hay por qué apurarse a la hora de descargar los golpes, no podemos perder el tiempo observando, de reojo, el trabajo de otros, si además es con ánimo competitivo estaríamos perdiendo el tiempo. Otra cosa sería que ante una dificultad hiciésemos un alto para observar, de frente, como un Hermano a dar el golpe certero, en el lugar adecuado, y de esta manera aprendamos a ser más eficaces en el desbastado de nuestra propia piedra.
Seamos humildes, porque sólo así seremos capaces de aprender de aquel hermano que de forma callada y con gran dificultad a veces, sobreponiéndose a carencias y poniendo en juego toda la voluntad para suplir, quizás, una falta de inteligencia, termina por presentarnos la más bella piedra. Y para terminar permítanme levantar la siguiente frase
“Se el cincel que todo lo que pinte sea amor, verdad y justicia”
He cumplido V∴M∴
Autor: MAURICIO FERNANDO LIMPIAS CAMACHO
Fecha: 11 DE ABRIL DE 2019