PRO PATRIA ET POPULO
Por la patria y el pueblo. Vienen a mi memoria los horas cívicas en el colegio; las actividades que participé en organizaciones como los Scouts de Bolivia y el SAR; el Himno Nacional en mi iniciación; donde el civismo y el amor a la patria pudieron ser parte de mí.
Pero el amor a la patria no está determinada por las instituciones donde uno puede pertenecer; es más bien un compromiso y responsabilidad que deben reflejarse en accione; ser ejemplo de vida con actos que , en la que la libertad de su cuerpo y espíritu sean la libertad del pueblo y del hombre, para guiar y ejemplificar su vida con actos llenos de sabiduría, tolerancia y altruismo; ya que libre es el ser que “come su propio pan, pues no se siente esclavo de nadie”[1]. En ese indeleble método que le permita la emancipación de sus limitaciones a la vez de la manifestación de nuevas revelaciones, proclive a sucumbir ante el error y la ofuscación intelectual antes de ver claudicada su lucha por contribuir en el desarrollo social y el estoico auxilio hacia la humanidad.
2. POR LA PATRIA, PARA LA HUMANIDAD
Una humanidad en que se vislumbren posibilidades que trasciendan en realidades y contextos de prosperidad, progreso, paz y armonía entre sus congéneres y prójimos, conlleva la implicancia de labores y acciones que se avoquen a diluir el peso moral y energético de todo vicio, sobre todo lo que se enmarque en la contienda inquebrantable y frontal contra la ignorancia, el error, la ambición, el fanatismo y la esclavitud en cualquiera de sus formas. Controversia que debe librar previamente el Elegido en su íntimo Ser, para que luego pueda incorporar dignas virtudes y sentimientos puros en lo que quede vacio o pretenda sustituir. Disponerse de meritorias herramientas, como el puñal, para esta afrenta, no a manera de venganza o crimen (que no es permitida en la Orden), como se suele relacionar en lo profano a este instrumento, más al contrario, concibiendo que es la vía para el “discernimiento filosófico, por cuyo medio debe el iniciado reconocer y matar a la ambición profana en su propio corazón”[2].
Que surja el insigne Elegido de los Nueve con su ejemplo de valentía y generosidad, elementos que dignifican su obra hacia el progreso de la sociedad y la sostenibilidad de la Orden, a la par de orientarse a la difusión de la Verdadera Luz cuyo sutil efecto se encuadra en la educación e ilustración de sus semejantes. Educación que se enmarca como un derecho fundamental e inalienable de la condición humana como vía insoslayable para el avance individual y social, acompasando su función y perfil utilitario en la formación del libre pensamiento y de la libre creación a la par del respeto y consideración de toda forma de vida.
El servicio hacia la sociedad, hacia el pueblo, hacia la patria, es un caminar escabroso, es un luchar contra la herencia caótica del inconsciente colectivo, es en suma, una afrenta a la esclavitud inmaterial y moral para poder llevar algo de Luz al corazón de la conciencia y a la mente del que pretenda quitarse el velo corruptor y perjuro de su intrínseca barbarie, para que pueda, en sí mismo, observar la unidad del Todo y en el Todo, impidiendo la continuidad de delitos y cesando decorosamente con las venganzas. Pues en ello, se encuentra la línea conductual que implica la comprensión de que nuestras decisiones si afectan de manera fehaciente al entorno, entre la dicotomía de ser beneficioso y perjudicial para ese escenario que involucra la figura del prójimo.
El trabajo de mejora del Masón que deriva en el conocimiento de sí mismo, conlleva a una clara concepción de su obra en el mundo: Enfrentarse con los enemigos de su sublime existencia, descubrirlos en sí mismo y vencerles en el camino hacia la superación y la perfección. Siendo que la numerología del grado, conlleva a dilucidar el simbolismo del descubrimiento de lo que está oculto y la revelación de todo misterio, es en suma, el encuentro con la plenitud del Magisterio y de la Tradición Iniciática. Obra y acción que se encamina al servicio incondicional hacia el prójimo, sin esperar recompensa, sin esperar reconocimiento alguno por el esfuerzo cometido. Solo vislumbrar que debe “hacer el bien por el bien mismo” y practicar el bien sin que por ello sienta una suficiente y ficticia superioridad. Pues, su intuición lo guía a observar que si no es verdadera e interiormente Libre, vanamente podrá manifestar en su vida la Igualdad y mucho menos aplicar una FraternidadPura con sus semejantes: Influyendo de esta manera, para que cada uno cumpla su meta, encaminando honrosamente para que cada uno se acerque al objetivo y plan de vida.
Es tiempo aun de comprender y experimentar que el cooperar es más beneficioso que el competir. Cada uno puede ser útil y sentirse útil a su manera. Pues así como tú Q.·.H.·., observes la Verdad, la Bondad y la Belleza en tu mundo, así los demás te verán. Así como ofrezcas perdón en tu ciclo de existencia, así mismo podrás asimilar el digno espacio de íntima y superior libertad, permitiendo la guía a través de lo auténtico, en lugar de lóbregos prejuicios.
Este cumulo de actitudes, no compele solamente a poseer dignos y elevados ideales, implica aunar esfuerzos y comprender que “la verdadera esencia del grado de Elegido, en el orden iniciático, es pues, la de ser el más puro y fiel paladín de la Causa de la Verdad y del Progreso Humano”[3]. Adoptando en este sentido la real valía del discernimiento para las múltiples decisiones de mejora y proyectos de vida que se pretenda seguir y alcanzar. A la vez de adoptar condiciones que permitan puntualizar óptimamente el crecimiento en las oportunidades positivas y la enseñanza que nos dejan los caminos nocivos y de rigurosos obstáculos. Y es que en la muerte iniciática se puede apreciar la maravillosa oportunidad de un mejor y digno renacer, encontrando en el incomodosilencio, crudezas que no se quisieran manifestar o compartir. En ello hay Luz, fabulosa y cuantiosa, si se sabe dónde y cómo escarbar.
Las nueve facultades/virtudes que son el sello inequívoco en la conducta y accionar del Maestro Elegido (rectitud, cortesía, abnegación, generosidad, dedicación, franqueza, desinterés, heroísmo, patriotismo), conllevan las bases para la organización de una humanidad orientada al bien común, a la igualdad de oportunidades y al sustento justificado de las futuras generaciones. Forjando de esta manera criterios idóneos y temperamentos probos en pro de sobresalientes sociedades y sublimes seres humanos.
3. EL IDEAL
En toda adversidad y obstáculo que se presente en la vida, se hallan inmersas grandes lecciones, opciones de prosperidad que permiten desentrañar oportunidades de beneficio y crecimiento personal en un principio, así como para masificarse posteriormente en el ámbito social. En ello, el ser humano debe conducirse por el camino de la verdad, la justicia y el bienestar, propagando lo que bien ha comprendido y asimilado; valga la aclaración: Propagar una caridad auténtica, la mayor de las veces en el ámbito inmaterial intangible. Encontrando pautas de evolución proactiva y propositiva, que deban enmarcarse en la vivencia de la excelencia como puntal de su actuar para una vida ejemplar y digna existencia.
No cabe razón para diferir los cambios de timón personal que acaben con la indiferencia y la inacción. No es loable el seguir arropando actitudes de mediocridad en las distintas esferas sociales y organizacionales, más aun en los distintos planos de existencia, que arrojen lineamentos de decrepitud y retroceso en los logros de la humanidad. Tampoco es permisible para la desvalorizada intuición, observar colectividades esclavas de sus propios anacronismos, que se debaten en luchas por superficialidades y poderes ilusorios. Es momento de devolvernos la dignidad como seres humanos, de reencontrarnos con nuestra esencia pura y primigenia, arrancando al orgullo y la soberbia sus fauces generadoras de oscuridades e iniquidades; para así obrar sin fingidos tapujos ni egos recargados a través de lo genuino y noble del Ser, a través de un liderazgo renovador e innovador, que promueva alternativas incluyentes y prácticas, sin caer en el error de ambigüedades de ningún tipo ni falacias incoherentes de hecho.
Instruyámonos, no solo para ilustrar y guiar adecuadamente; hagámoslo también para servir al prójimo (conocido y desconocido, cercano y lejano), para revalidar nuestros más íntimos anhelos e ideales, para participar de la construcción de un mundo ético, libre y equitativo. Un mundo, una sociedad, una comunidad, que sea resultado irrefutable de la labor efectiva de las diversas conciencias acrecentadas, unidas en generoso equilibrio de sus expectativas y heterogéneas capacidades y destrezas. Un mundo cuyos componentes posean un ecuánime sentido de responsabilidad y pertenencia para con su comunidad, para que a través de su propia realización logren prodigar lo mejor de sí y respondan a la altura de las exigencias particulares de su honroso compromiso, cuya mística traducción sea el legado sempiterno e influyente que vivifique y respalde la óptima adaptación del ser humano a los cambios y transformaciones internas, cuyas raíces sirvan de sustento y modelo a la consolidación de estructuras sociales sostenibles en tiempo, espacio e integridad.
Sea en pro de la paz para la humanidad…
M.·.Eleg.·. IX° – Christian Solís Ovando
Camp.·. de Cochabamba, 27 de Septiembre de 2015 e.·.v.·.
BIBLIOGRAFÍA
Adoum, Jorge (2012). El Maestro de los Nueve. Argentina: Editorial Kier.
Frau Abrines, Lorenzo y Arus i Arderiu, Rosendo (1995). Diccionario Enciclopédico de la Masonería. México: Editorial del Valle de México.
Lavagnini, Aldo (2003). Manual del Maestro Elegido. Argentina: Editorial Kier.
Supremo Consejo del Grado XXXIII para la República de Bolivia (2009). Liturgia del Grado IX. Bolivia: Edición Reservada.
[1] Liturgia del Grado IX, Supremo Consejo del Grado XXXIII para la República de Bolivia, pag. 14 (2009)
[2] Manual del Maestro Elegido, Aldo Lavagnini, pag. 40 (2003)
[3] Manual del Maestro Elegido, Aldo Lavagnini, pag. 77 (2003)
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