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El Fin de un Ciclo

Cada 31 de Diciembre el planeta Tierra concluye una nueva vuelta en torno a la estrella gigante denominada Sol, para inmediatamente iniciar un nuevo giro en ese fascinante viaje a través de las estrellas de la galaxia de otros 365 días, envuelto en el aroma del misterio y la aventura, pero cobijado en la perfección del creador que diseñó esta monumental obra de perfección geométrica que se repite desde tiempos inmemorables.

Para nosotros los seres humanos tan simples en nuestro accionar pero tan complejos en nuestra construcción física y mental, ese hecho astronómico se convierte en una fecha festiva, que marca finales y nuevos principios, llenos de promesas a veces individuales y a veces grupales, que tienen por objetivo el comprometerse a nuevas aventuras de vida al estrenar las flamantes 24 horas del 1o de enero de cada nuevo año.

La celebración entonces no debiera ser solo festiva y llena de falsas promesas (las más de las veces), sino como para cualquier viaje que uno emprende debiera estar compuesta de una planificación adecuada, tomando en cuenta las opciones existentes, las capacidades con que se cuenta, así como los medios de los que podremos disponer para llegar a destino seguros y conformes con nosotros mismos. En base a esta planificación recién debiéramos hacer promesas a cumplir, pues solo la PERSEVERANCIA de caminar por la vida sin prisas y sin pausas podrá justificar a futuro nuestra existencia en cada año vencido.

Los humanos como seres materiales somos mortales y llenos de limitaciones que a veces nosotros mismos hemos construido, pero estamos dotados de una fuerza inagotable que es la voluntad de continuar pese a los obstáculos, pues la capacidad de nuestra mente unida a la solidez de nuestra conciencia nos hace hombres libres y de buenas costumbres; por lo menos ese parece haber sido el plan divino al momento de la creación al insuflar en cada cuerpo material ese soplo divino conocido como alma, chispa divina, esencia espiritual o como cada uno prefiera denominar.

La planificación de medios y capacidades debiera tomar en cuenta estos aspectos al planificar nuestras actividades intelectuales, sociales, familiares y hasta personales con los que pretendemos cerrar un año para reiniciar otro nuevo. La promesa de ser mejores y de superar lo alcanzado en el año que se va es una costumbre repetida en canciones, mensajes, tarjetas y en todo tipo de comunicaciones interpersonales que se estilan en el tráfago de la apurada vida social en todos los rincones de nuestro planeta. Lamentablemente pocos de ellos se encuentran sustentados en verdaderas planificaciones y compromisos de cambio, lo que origina que pocas metas se logren originando a veces decepciones de larga data y difícil superación. Aprendamos pues de la experiencia que nos señala la meditación personal diaria, pues a través de ella podremos evaluar cada noche el camino recorrido y el verdaderamente avanzado, pues a veces la vida nos pone en disyuntivas de dar vueltas en círculo en lugar de avanzar por el camino del éxito y la auto superación.

Hay una frase que nos enseña a: “no descansar hasta lograr arrancar el secreto a la esfinge”, y verdaderamente al margen del aura de misterio que encierra esta afirmación, es una realidad de vida, si comprendemos finalmente que es en nuestro interior donde se encuentra el inicio y el final de cada fase de nuestras vidas. La sola reconstrucción de la cadena genética no es aun suficiente para que los científicos más connotados puedan acceder a la profundidad del misterio personal y menos aun para poder penetrar en la conciencia, que cual profunda caverna encierra nuestra realidad, a veces hasta por nosotros mismos desconocida.

Los deseos de felicidad con que acostumbramos saludar o despedir a todas nuestras relaciones en esta época del año, pueden contener algo de realidad y veracidad, pero carecen de la sinceridad mental, pues se limitan a palabras que solo nos dedicamos a repetirlas sin penetrar en la profundidad de lo que las mismas significan. Felicidad es no solo ofrecer o desear, sino es dar algo de lo que cada uno tiene a favor de lo que el otro carece; es aportar en la solución de los problemas sencillos o complejos que “los nuestros” se encuentran soportando, y que quizás con una mirada comprensiva, un hombro y oídos solidarios, o una mano fraterna pueden ser suficientes para devolver la esperanza perdida y poder reiniciar el camino.

Un viejo autor decía: “Que hice? aun no he hecho lo suficiente para vengarme de la vida”, y esta terrible como profética revelación nos devela que las profundidades de la mente humana pueden ser tan apacibles y nobles como tormentosas y lóbregas, por lo que es necesario reflexionar antes de cada pensamiento, de cada deseo, de cada palabra y por supuesto antes de cada accionar con la persona que se encuentra a nuestro lado.

Todos somos viajeros temporales en esta nave espacial denominada Tierra y en parangón a un peregrinaje de jóvenes nómadas que saben cuándo y donde comienzan, pero no donde o cuando acabarán. Los humanos no tenemos ni idea del tiempo de nuestro viaje, de las rutas que tendremos que atravesar y menos de los destinos que nos tocará conocer o soportar y lo que es peor, no tenemos conocimiento del final ni en tiempo, lugar o estado físico y mental con el que llegaremos en algún momento al final de nuestra estancia material. Esta finitud y limitación de nuestra existencia debiera ser otro acicate para apaciguar nuestros ánimos festivos y en lugar de solo celebrar por la fecha, entender que se trata de concluir un ciclo para iniciar otro, para lo cual debemos estar medianamente preparados o por lo menos dispuestos a cambiar de verdad, a replantear nuestras vidas, a orientar nuestros sueños en búsqueda de algo posible y que no sea solo de beneficio personal, sino y por sobre todo de actos que trasciendan al tiempo de un ciclo y de una existencia y dejen ejemplos de vida, palabras de consuelo y de paz y finalmente acciones que devuelvan a la magia de la creación personal la sensación de estar satisfechos con el viaje realizado.

La vida es como una línea que es una serie de puntos, lo cual en nosotros es la cadena de segundos, horas, días, semanas y meses que constituyen un año concluido, pero siempre dispuestos con fortaleza, voluntad, paciencia y tolerancia a perseverar en los derroteros trazados para transitar por uno nuevo. Entonces si tendrá sentido felicitarnos no por lo concluido sino por la confianza y fe en lo que viene, pues si fue nuestra obligación terminar lo iniciado, mayor debe ser nuestro propósito de mejorar en el futuro hasta lograr ser verdaderos seres de luz, paz y fraternidad.

SAFO

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