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EL DOMINGO DE RESURRECCIÓN

INTRODUCCIÓN.- En esta plancha confiada a mi labor, espero poder llegar a abarcar todos los aspectos relacionados, tanto del concepto involucrado en mi obligación, como en la esencia de las ideas que cada uno de los presentes debe tener, antes y después de haber conocido los misterios a los que Masonería nos conduce y principalmente el Escocismo nos guía. Teniendo siempre la premisa, de que al ser hombres libres, autosuficientes y con conciencia propia, cada uno de nosotros tiene la capacidad de creer, respetar y defender lo que más le adecuado le parezca; siendo sin embargo un norte común, idea principal y el objetivo fundamental que involucra a Masonería: la perfectibilidad del ser humano.

DESARROLLO.- “El DOMINGO DE RESURRECCIÓN”, es una fecha marcada con anticipación por una profecía antigua, se indicaba que el Mesías, el Hijo del Dios Verdadero, hecho carne; sería asesinado, y al cabo de tres días, resucitaría de entre los muertos.

Es algo muy estremecedor y sobrecogedor, si es que no hubiesen pasado ya dos mil años del incidente.

Y es que de verdad, a aquel joven nazareno, estudioso de los Esenios, y que pregonaba la justicia, la igualdad y el simple hecho de “dar a quien le corresponda, lo que es de él”, lo condenaron a una muerte sin precedentes, destinada a los más perversos delincuentes, sin un juicio justo y sin más pruebas que la gente le quería, le seguía y contaba aquellos milagros que Él venía realizando hace tres años, quienes se volcaron en su contra, como suele suceder con las turbas enardecidas.

Este hermoso y altruista proceder, lo se convirtió en un peligro para los maestros de la Ley de ese entonces y para los gobernadores romanos que veían una inminente revuelta en el pueblo. Fue condenado a la crucifixión, no sin antes hacer con Jesús el escarnio y el ejemplo que iban a seguir todos aquellos que le siguieran.

Fácil fue la decisión y el pueblo, -siempre voluble-, apoyó la condena.

Fue torturado delante de todos, fue obligado a cargar su pesada cruz hasta la cima del monte “Gólgota” y fue crucificado de la manera más dolorosa.

Al cabo de tres horas de terrible sufrimiento, y luego de entregar a su Madre a Pedro, pronunció las siete palabras que culminaron con “Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen”, y murió. Longinus le atravesó el constado con la lanza del Destino y salió agua y no sangre. Ese momento los cielos se cubrieron y se rasgó el velo del Templo. La Humanidad, acabada de matar a su Salvador.

Fue bajado de su cruz y fue llevado a una sepultura común, se ungió el cadáver y cubrió con una sábana mortuoria, sellando la tumba al salir.

Los guardias romanos montaron guardia junto a la puerta para evitar que los discípulos robasen el cadáver y desaten una gran controversia en el pueblo. Sus discípulos, conocedores de la profecía, se mantuvieron cerca de la entrada de la tumba para custodiarla.

Y he aquí el milagro: el domingo muy temprano, los guardias presas del cansancio dormían y la piedra que sellaba la puerta estaba movida. Entraron los discípulos a ver que sucedía dentro y fueron cegados por una gran luz y una calmada voz les dijo que a quién buscaban, ya no estaba más allí. Nadie lo reconoció.

Se fueron muy tristes y en el camino se les unió un ser de paz que camino entre ellos muchos días, hasta que por fin se dieron cuenta que era Él, Jesús resucitado.

CONCLUSIONES.- El Domingo de Resurrección, es la fiesta de la vida sobre la muerte, Jesús, es ahora el Cristo Resucitado. Es la entrada a un nuevo mundo, es la prueba viviente de quien sigue la enseñanza de amar al prójimo como a sí mismo, puede optar a una vida eterna.

El hombre es un ser finito, MORTAL, cumple las cuatro premisas de todos seres vivientes: Nacer, crecer, reproducirse y por último,-e irrevocable destino-, morir.

En la historia de la humanidad cristiana, solo están inscritos dos casos de personas que han vuelto de la muerte: Lázaro, a quién el mismo Jesús dijo: “LEVANTATE Y ANDA”, sacándolo del sueño eterno de la muerte, pero en estado de corrupción, con todo el daño de la putrefacción que trae la mortalidad, debiendo pasar un tiempo no determinado para su regeneración, (en la Biblia no se menciona más cómo quedó Lázaro después del tiempo).

El segundo y glorioso caso, lo constituye el mismísimo Señor Jesús, el Cristo, quién resucitó radiante, transfigurado en un ser puro y brillante, que irradiaba paz, siendo algo increíble para algunos, como el discípulo Tomás, quién exigió ver las marcas en las manos, los pies y el costado, para recién convencerse de que estaba frente a la Divinidad vuelta a la vida, desde la profundidad de la muerte.

Este hecho nos debería llenar de esperanza, puesto que al haber lavado todos nuestros pecados con su sangre y su muerte, Jesucristo nos deja por sentado que cada uno de nosotros, -si logramos acercarnos a aquella premisa masónica de perfeccionamiento humano-, podríamos pasar por la misma senda que Él recorrió, tal vez no retornando a este plano material, pero sí al aquel Oriente Eterno, donde en una vibración diferente, logremos nuevamente congregarnos y seguir trabajando juntos entre los hermanos Masones, y cada quien con sus seres queridos que nos han dejado antes.

He  cumplido Muy Sabio y Poderoso Maestro

RAFAEL ALBERTO VALDIVIA VILDOSO XXIVº

BIBLIOGRAFÍA.- “La Santa Biblia”, 1965, Ed. Océano.

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