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EL DELTA SAGRADO

Se dice que la primera vez que Dios dijo su Nombre fue al momento de la creación cuando todo era materia primordial, a partir de ahí se creó el mundo y se perdió la palabra.

Existen dos narraciones que se relacionan con el Delta sagrado, pero antes de profundizar en el tema permítanme precisar quien fue Enoch. Enoch aparece como el séptimo de los diez Patriarcas antes del diluvio bíblico. Enoch, quien se dice que vivió 365 años, era el hijo de Jared, descendiente de Set, hijo de Adán, y el padre de Matusalén, abuelo de Lamec y el bisabuelo de Noé. La biblia también indica que Enoch nunca murió, más al contrario entró al cielo vivo[1].

Desde épocas muy remotas, cuando vivía el patriarca Enoch, durante un sueño, conoció el  verdadero nombre de Dios, que le fue prohibido pronunciar y que no podía revelar. Enoch decidió preservar de la catástrofe el verdadero nombre de Dios y grabó las letras que le representaban sobre un Delta de oro, que engarzo en una piedra cúbica de ágata. Edificó una profunda bóveda en el interior de una montaña que estaba destinada a guardar el precioso Delta de oro, en el que se había grabado el sagradísimo nombre. Hasta entonces nadie pudo decir el verdadero nombre de dios al tiempo que fue pronunciado por el propio Yahvé cuando apareció a Moisés en la zarza encendida. El legislador hebreo mando hacer una gran medalla de oro en la que grabó el nombre sagrado de Dios y la colocó en el Arca de la Alianza. En la época de Samuel, los filisteos se apoderaron del Arca y fundieron la gran medalla de oro para construir un ídolo, de tal manera que el nombre de dios quedo perdido nuevamente.

El nombre sagrado subsistía solamente sobre el Delta de oro empotrado en la Piedra de Ágata gravado por Enoch, pero nadie conocía la localización del sitio donde el patriarca bíblico había disimulado el preciado secreto 2770 años antes.

Salomón quiso tener el Delta de oro para consagrar el Templo de Jerusalén a la gloria del Gran Arquitecto del Universo y ordenó a tres maestros llamados Adoniran, Stolkin y Joabert de ponerse a buscar en la bóveda secreta donde el patriarca Enoch la había escondido para extraer la piedra y el Delta gravado. Esta se encontraba debajo del Templo de Jerusalén, en el interior del monte Moriah donde había una serie de estancias o salas superpuestas que aparecían una tras otra conforme se iba descendiendo, hasta que finalmente se llegaba a una inmensa bóveda cavada en roca viva.

Después de grandes estudios y penosos viajes, los tres maestros lograron encontrar la bóveda subterránea el tercer día del doceavo mes del calendario Hebreo (Adar) a inicios de febrero en la cual encontraron el cubo de ágata, en una de cuyas caras estaba incrustada un triángulo de oro muy brillante que tenía esculpido en su centro las cuatro letras de la palabra inefable.                                                

Respecto a la otra narración que había mencionado, recordemos las palabras del Hermano Gran Orador al finalizar la Ceremonia de Exaltación al Grado XIVº: En los antiguos misterios, la pronunciación del nombre del Gran Arquitecto del Universo era ignorada por el pueblo. Una sola vez al año, el Gran sacerdote la transmitía a quienes tenían el derecho a conocerla, en medio del ruido de la música, a fin de que únicamente éstos pudieran escucharla. Hiram esculpió esta palabra sagrada en un triángulo de oro que, temeroso de perder, llevaba siempre colgado al cuello, con el grabado hacia el pecho. Cuando fue herido por sus asesinos, logró arrojar este triángulo en un pozo que había en el extremo sureste del templo.

Salomón, preocupado de que este precioso Delta hubiera podido caer en manos profanas, ordenó una búsqueda prolija. Tres Maestros tuvieron la dicha de encontrarlo en el fondo del pozo, atraídos por el brillo del metal.

Transportados de alegría, lo presentaron a Salomón, quien, al verlo, dio un paso hacia atrás, elevó los brazos al cielo en señal de admiración y exclamó: ¡Loado sea el Señor!

Posteriormente el rey hizo incrustar el Delta en medio del pedestal y lo cubrió con una piedra cuadrangular de ágata. Sobre la superficie superior de esta piedra y en una clave de números, ordenó grabar la palabra que estaba esculpida en el triángulo; en la superficie inferior, hizo igual cosa con las palabras secretas de la Masonería, y en las cuatro caras laterales grabó las combinaciones cúbicas de aquellos números, de donde deriva el nombre de piedra cúbica[2].

Como se puede apreciar, en ambas narraciones el patriarca Enoch y el maestro Hiram  esculpieron la palabra inefable en unos Deltas dorados y lo protegieron de la profanación de aquellos que “no merecían” pronunciarlo y lo depositaron en una bóveda sagrada.

El Grado XIVº es la conclusión de los Grados Inefables, por ello su ritual y su instrucción giran alrededor del conocimiento y la correcta pronunciación de la palabra inefable antes perdida y ahora recuperada. De los iniciados en este grado se afirmaba que poseen el conocimiento de la naturaleza y los atributos de lo inefable, las leyes de la armonía y los misterios del ser humano[3].

¿Por qué Enoch o el maestro Hiram eligieron un triángulo? En todas las épocas y religiones, el  Triángulo ha sido considerado como el símbolo de Dios. Este Triangulo o Delta, nos sugiere la trinidad del Hombre hecho a imagen del Creador. Cada uno de sus lados nos manifiesta el misterio de la Unidad, de la Dualidad y de la Trinidad, es decir el verdadero Misterio del Origen de todas las cosas y de todos los seres.

El triángulo, dice R. W. Mackey en su obra el Simbolismo Francmasónico, “es el símbolo más importante en los grados superiores de la Francmasonería y toma generalmente el nombre de DELTA, para aludir a la cuarta letra del alfabeto griego, que tiene la misma forma y se llama de esa manera… En geometría, una sola línea recta no puede representar una figura perfecta, ni tampoco dos; sin embargo, bastan tres líneas para formar el triángulo o primera figura perfecta demostrable. De ahí que esta figura simbolice al Dios Eterno, cuya naturaleza es infinitamente perfecta. Pero el triángulo, en realidad se refiere únicamente a Dios en calidad de Ser Eterno, ya que sus tres lados representan el Pasado, el Presente y el Porvenir. Algunos simbolistas cristianos han dicho que los tres lados representan al Padre, al Hijo y el Espíritu Santo; pero con ello destruyen la unidad divina, haciendo una trinidad de dioses en la unidad de una Divinidad[4]”.

En el Diccionario de la Francmasonería, de Juan Carlos Daza, aparece una interesante descripción de este asunto: “Este triángulo con el vértice hacia arriba representa la realidad de los principios universales, a la vez que es la primera estructura arquetípica que se expresa en todos los planos de la creación como una fuerza que crea, otra que conserva y una tercera que destruye o transforma. Estas tres ideas–fuerza surgen de la unidad primordial representada en el Delta, por un símbolo grabado en su interior, que se refiere a la presencia inmutable de la Deidad, el seno mismo de la manifestación[5]

Son múltiples las interpretaciones que sobre este importante tema se conocen, pero muchos  coinciden en que el Delta simboliza la divinidad y la naturaleza, siendo uno de los símbolos más característicos de la masonería.

Por otro lado, este símbolo masónico contiene en su interior inscrito el Tetragrama hebreo, o una yod, letra hebrea que puede ser remplazada por un ojo, que se designa como “el Ojo que todo lo ve, lo provee y lo enaltece”; y representa a la conciencia cósmica, el primer y fundamental atributo de la realidad y su manifestación ternaria. Sin embargo, podemos concluir, que el Delta es símbolo de Perfección divina y símbolo de la fuerza generadora de todo lo que existe dentro de la naturaleza, de igual manera simboliza la Armonía que debe imperar entre todos los seres racionales; también simboliza la Sabiduría creadora de los hombres virtuosos, y manifiesta la presencia permanente del G.·.A.·.D.·.U.·. en todas las dimensiones y a cuya gloria trabajamos los masones. 

Hay quienes afirman que los lados de dicho triángulo, entre otras significaciones espirituales,  representan al macho, a la hembra y al producto de esa unión; simboliza a los tres reinos de la naturaleza, el animal, el vegetal y el mineral; es emblemático del nacimiento, de la vida y de la muerte; también caracteriza a la purificación, a la transformación y al renacimiento de todo lo que existe. Es decir, simboliza, en la tradición iniciática, la potencia creadora o generadora que los  masones llamamos Gran Arquitecto del Universo que se conserva, también, en el esoterismo de diversas religiones, representando en ellas a Dios.

Para finalizar QQ.·. HH.·. se identifican tres componentes importantes en el estudio del Delta sagrado:

Primero, el símbolo por demás familiar de la piedra cúbica o cubo de ágata, y que representa la materia purísima, transparente y luminosa que lo constituye;

Segundo, el Delta de oro incrustado en su cara superior, con la que se identifica, como realización cuaternaria o tetrágona del ternario, expresión de la Tétrada Divida o Tetragrama que es el nombre que se le ha dado a las cuatro letras hebreas, que constituyen el nombre de Dios; Yahveh

o Jehová, cuya pronunciación jamás podía ser hecha hasta el punto, que por su condición de sagrada, los hebreos lo reemplazaban por el de Adonai (Señor).

Tercero, el oro como emblema de perfección e incorruptibilidad –aun cuando la perversión humana lo haya prostituido en su por demás legítimo empleo como patrón monetario, hasta su práctica desaparición–, representa la materia prima en que se expresa la Suprema Trinidad.

Se destaca que a través de la iluminación recibida por el Delta y la comprensión del nombre del inefable en el Grado XIVº nos permite comprender dos objetivos importantes que son [6]:

  • El sublimar los metales bajos en el oro filosófico de la conciencia elevada y
  • Alcanzar las ideas arquetípicas del bien la belleza y la verdad

Este proceso del que hablan antiguas cofradías de alquimistas no es otra cosa que la  transformación del hombre mismo. Es sublimar a ese hombre material en un individuo con una conciencia y una percepción del mundo por encima y más allá de nuestra experiencia ordinaria; capaz de entender un conocimiento que sobrepasa todo conocimiento humano ordinario y que es inadmisible para gente común.

Al fin éste deberá reflejar la perfección e incorruptibilidad de nuestro ser para poder cumplir el encargo de “los dioses” de concluir nuestro propio templo interior infinitamente perfecto, bueno y justo.

J. Roy Paredes H. XIVº

BIBLIOGRAFÍA

  • CAMEJO Arias, Humberto – Masonería práctica
  • Liturgia del Grado XIV
  • MACKEY, R.W. – El simbolismo Francmasónico – Su ciencia, filosofía, leyendas, mitos y símbolos

PÁGINAS WEB

  • https://ancient-code.es/quien-era-enoc-un-hombre-que-vivio-durante-365-anos-segunla-biblia/
  •  https://es.scribd.com/doc/38636133/El-Delta-Sagrado-Grado-XIV%C2%BA
  • http://supremoconsejo.blogspot.com/2010/10/el-Delta-sagrado-grado-xiv.html

[1] https://ancient-code.es/quien-era-enoc-un-hombre-que-vivio-durante-365-anos-segun-la-biblia/

[2]  Liturgia del Grado XIV. Página 68

[3]  http://supremoconsejo.blogspot.com/2010/10/el-Delta-sagrado-grado-xiv.ht

[4] Mackey, R.W. – El simbolismo Francmasónico – Su ciencia, filosofía, leyendas, mitos y símbolos. 

[5] Camejo Arias, Humberto – Masonería práctica

[6] https://es.scribd.com/doc/38636133/El-Delta-Sagrado-Grado-XIV%C2%BA

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