El color negro es el símbolo de la tristeza y por lo tanto el color del luto. Las exéquias u honras fúnebres forman parte de la cultura de los pueblos.
El homenaje a los muertos ha producido grandiosas obras de arte, hermosa arquitectura de mausoleos y tumbas, música para marchas y actos fúnebres, o sublimes piezas oratorias que han conmovido a la humanidad como el discurso de Perícles ante los atenienses.
Desde muy antiguo se honrra a los QQ.HH., pasados al Oriente Eterno con ceremonias funerarias públicas o privadas, tributarle honor al QH. desaparecido es una forma de enaltecer sus méritos, reconocer la contribución que ha prestado a la sociedad y a la Orden, conviene, por tanto, extremar el cuidado y la prudencia, huyendo de excesos, del oportunismo o la exaltación momentánea, que rebajan el verdadero valor de este acto. Lo antes dicho viene al caso pues, últimamente, con la proliferación de las redes sociales, es común observar que ante el fallecimiento de algún masón o familiar los QQHH expresen su pesar con unos «fríos e incomprensibles tres puntos negros sucesivos», lo cual está bien si el duelo o luto que se desea manifiestar con esos «tres puntos» vinieran acompañados de algunas palabras, de un mensaje de aliento, condolencia o solidaridad hacia los deudos del QH o familiar fallecido.
Los tres puntos, en si, poco o nada nos dicen en momentos de dolor, pareciera mas bien un recurso para salir del paso, sería honrroso y prudente que los QQHH., que usamos esas señas como expresión de pena y tristeza las acompañemos de un pequeño mensaje de aliento fraternal y así cumplir fielmente el fin que con ellos persiguimos.
Es mi opinión, en bien general de la Orden.
Elaborado por: Francisco Castillo Serrano. M. M. Resp. Log. «Deberes Humanos» No. 237. Mérida – Venezuela