La vida humana se divide en 4 fases o transformaciones sucesivas: nacimiento, vida, muerte, inmortalidad.
La inmortalidad del alma, necesaria como complemento de la Tétrada, se prueba por analogía, que es el único dogma de la religión verdaderamente universal, ya que es la clave de la ciencia y la ley universal de la naturaleza.
Todo lo que es procede de lo que ha sido y, en consecuencia, nada de lo que es puede dejar de ser.
La sucesión de formas se produce por las alternativas de movimiento; son los fenómenos de la vida que se reemplazan sin destruirse unos a otros.
Todas las cosas cambian; nada perece. El sol no muere cuando se desvanece del horizonte; incluso las formas más fluídicas son inmortales, subsistiendo siempre en la permanencia de su razón de ser, que es la combinación de la luz con las potencias agregadas de las moléculas de la primera sustancia.
No tengas miedo al cambio, eres inmortal 💓
𝕮𝖔𝖓 𝕬𝖒𝖔𝖗, 𝕵𝖚𝖆𝖓 𝕮𝖆𝖗𝖑𝖔𝖘 𝕮𝖆𝖘𝖙𝖎𝖑𝖑𝖊𝖏𝖆