«El único pájaro que se atreve a picotear a un águila es el cuervo. Se sienta sobre su espalda y le muerde el cuello. Sin embargo, el águila no responde ni lucha con el cuervo; no gasta tiempo ni energía en su atacante. Simplemente abre sus alas y comienza a elevarse cada vez más alto en los cielos. Cuanto más alto es el vuelo, más difícil es para el cuervo respirar y luego se cae por falta de oxígeno». ¡¿Ha experimentado usted algo similar?!
Esta popular reflexión revela de manera sencilla el poder de la resiliencia: la capacidad de saber ganar pulsos a personas, situaciones y creencias que semejan la acción de los cuervos…
Personas. En ciertas organizaciones, por ejemplo, suelen aparecer los que «apuñalan» por la espalda con hipocresía descarada. Desde el anonimato, crean murmuraciones, desprestigian y sabotean a sus colegas con alevosía. Tras «picotear» el honor de quienes realizan su trabajo con mayor altura, si bien se arropan entre sí, también desnudan su envidiosa y mediocre actitud.
En ese entorno, las «águilas» tienen dos opciones. Una es afrontar los ataques trabajando con apego a la ética, dejar que los cuervos se agoten. Ahora bien, si estos gozaran de influencia y poder ilimitados, entonces, la otra sería alzar el vuelo de ese ambiente tóxico y mantenerse a su altura. Cristalizar su proyecto profesional en entornos laborales regidos por auténticos principios.
Situaciones externas. Hay situaciones que alteran la estabilidad personal. Las pandemias, las crisis económicas o políticas, los desastres naturales, los trances familiares y los conflictos sociales son algunas. En tales ambientes, sobrevuelan los «cuervos del miedo»: la incertidumbre, la tristeza, la ira, la ansiedad… Sus «picotazos» dibujan hondas e indelebles cicatrices.
«Cuando todo parezca ir contra ti, recuerda que el avión despega contra el viento, no a favor de él», advierte Henry Ford. La resiliencia siempre será una cualidad de quienes se sobreponen a la adversidad. Cuando esta rebase sus límites, la innovación ha de ser su principal aliada para volar en dirección opuesta a los «picotazos» y para elevarse a una altura donde los cuervos no llegan.
Creencias limitantes. Son cantos audibles para quienes creen tener un techo: «No puedo», «No merezco el éxito», «Esa posición sería demasiado para mí», «Si sobresalgo, me serrucharán el piso, lo sé». Pero lo cierto es que estas clásicas expresiones son los síntomas del llamado temor al alto desempeño, o sea, voces internas que frenan el vuelo y atentan contra los anhelos.
Estos «cuervos» internos son a veces más dañinos que los externos. Conviene visualizar los efectos de sus ataques a la mente. Preguntarse qué consecuencias o escenarios germinarán si se los alimenta y qué sucedería si —por el contrario— fueran sustituidos por creencias habilitantes: «Sí quiero y puedo», «Yo merezco enfrentar el reto», «Esta vez será diferente y voy por más».
Las personas con espíritu de «águila» se robustecen en la adversidad. Leales a su propósito de vida, se desapegan de organizaciones que inhiben su vuelo, se reinventan en el ojo de la tormenta. Solas o con ayuda, trascienden límites y se elevan. Son inclaudicables… ¡como usted!