SAFO
DIA DE LA PATRIA
¿Debe existir día patrio? Personalmente pienso que si es solo por la actividad política, social y comercial desarrollada, no vale la pena, pero hablando filosófica y cívicamente no debe haber un día patrio, pues es nuestro deber el venerar y honrar a la PATRIA cada día y con cada uno de nuestros pensamientos y acciones.
Resulta que en la actualidad a nuestros niños y jóvenes en pleno tránsito hacia la etapa de madurez y formación, se les llena la cabeza inocente con que existe un día para ensalzar a la PATRIA y que esto debe hacerse a través de suntuosos desfiles, con el consiguiente mal gasto de uniformes, bandas musicales y de “guerra” y mucha parafernalia de adornos (guirnaldas, escudos, banderas y otros atavíos), demostrando el supuesto amor a la PATRIA.
¿Pero qué ocurre el resto de los días del año? ¿Nos acordamos de la PATRIA cuando los políticos pronuncian encendidos discursos llenos de odio, rencor y maldad en contra de sus oponentes aprovechando su condición de “autoridades” y en ellas destilan cual afiebrado veneno las promesas de mejores días para un mañana que nunca acaba de llegar?
¿Será acaso que nuestra PATRIA requiere de guirnaldas, arreglos florales, música de bandas, bailes folclóricos, uniformes vistosos y hasta de mal gusto en su combinación, para el lucimiento de niñas y jóvenes en plena edad de crecimiento y formación? Y obviamente ni que decir de los empleados públicos y profesores que en forma “obligada” deben desfilar desganados y sin nada de civismo, por las calles atoradas de viandantes y comerciantes de llenan las aceras y hasta cubren calles enteras con sus productos alimenticios antihigiénicamente preparados, además de vender todo tipo de golosinas y hasta bebidas alcohólicas, además de la infaltable mercadería china de “contrabando”.
Sobre los uniformados mejor ni opinar ya que al margen de ostentosas bandas de “guerra” y ridículos disfraces de “campaña”, no nos sentimos en capacidad de opinar sobre su verdadera vocación cívica, conocimiento y práctica de sus deberes para con la PATRIA, pero por sobre todo de su real entrega al servicio de las armas como medio de protección a la PATRIA.
Nuestra nación después de muchos años de luchas libertarias y miles de vidas derramadas comenzó su inicio como PATRIA independiente un 6 de agosto de 1825. Hoy transcurridos 194 años cuán lejos nos encontramos de las proclamas libertarias, pese a los nuevos miles de bolivianos muertos, creyendo ofrendar sus preciadas vidas en nombre de esa PATRIA. Los pedidos imperiosos de los libertadores no fueron escuchados y menos cumplidos, siendo para ello suficiente el comparar los planos de su fundación con los actuales.
Bolivia, rica en recursos naturales que afloran en sus tierras, cada vez en menor cantidad vírgenes y protegidas, como también en sus profundidades, en las cuales ojos electrónicos extraños las observan y desentrañan cuánto interés económico pueden obtener de los gobernantes de turno. Bolivia, rica en culturas, tradiciones y con gente que atesora en sus genes la sapiencia organizativa, artística y comercial de sus ancestros pertenecientes a las otrora admiradas culturas quechua, aimara, guaraní y otras muchas que poco a poco van desapareciendo en pro del progreso que las avasalla, las humilla y las entierra en el olvido en cada nueva celebración.
Hasta nuestros frondosos bosques, ríos caudalosos y orgullosas cordilleras están siendo diariamente ofendidas en su monumental orgullo y convertidas en canteras de explotación maderera; sitios de construcción de embalses productoras de nuevas energías, aunque en el ínterin se desaparezca cientos de especies animales y humanas; y los cerros canosos de la nieve del tiempo convertidos en centros de explotación de la riqueza que resguardaban, y bajo el calor agotador que diluye sus alturas, como producto y consecuencia del cambio climático, calentamiento global (que todavía algunos se resisten a aceptar) y nuevamente invasión de humanos ávidos de riqueza fácil desplazando a sus ancestrales criaturas de origen.
Lamentablemente a tiempo de escribir esta columna todos somos tristes testigos de la devastación que está sucediendo en la Chiquitanía Boliviana y Brasilera y lo peor es que la mayoría solamente podemos contemplar las imágenes de la destrucción sin capacidad de hacer nada por resolver o ayudar a mitigar tanta destrucción, por la magnitud de la misma. Las acusaciones sobre la causa de este desastre ambiental apuntan a los chaqueos indiscriminados y “autorizados” por recientes leyes nacionales, “vía decretos”, que favorecen a unos pocos en desmedro de la Patria entera. ¿Será factible dejar pasar este nuevo atropello a las leyes y la sociedad? ¿Y en caso de comprobarse estos hechos, habrá alguna forma de recuperar las miles de hectáreas perdidas y el dinero que se está invirtiendo (gastando) para aminorar los daños y combatir el inclemente fuego?
¿Podremos llegar a celebrar el bicentenario con nuestro país entero, con oportunidades para nuestros descendientes, con verdaderos líderes de altura y compromiso que cumplan lo que ofertan y con los ánimos de verdaderos sentimientos de Bolivianos inscrito en las mentes y corazones de las futuras generaciones? Nos faltan solo seis años que pueden ser cortos o largos de acuerdo a como los vivamos, para comenzar un nuevo siglo de vida.
Oportunidad que tal vez no todos tengamos la ocasión de celebrar y que los que deban “desfilar” en dicha ocasión lo hagan munidos de sentimientos, pensamientos y acciones de “hacer PATRIA” con obras productivas y de valor que sean la nueva herencia a legar a los bolivianos de verdad.
La humanidad entera se halla confundida, quizás porque perdió una de las principales brújulas de vida cual es el conocimiento y práctica de valores. Valores de vida, de familia, de honor, de sano y beneficioso crecimiento que permita el desarrollo armónico con la naturaleza, sin depredar lo poco que queda. La sociedad ha quedado horadada por las acciones de aceptar la desintegración de su núcleo principal cual es la familia.
Las familias han perdido el rumbo del respeto y la unidad por su desmedido afán de consumismo, lucro y figuración personal.
Los humanos en forma individual no saben qué hacer o cómo comportarse en un mundo de constante cambio tecnológico que no alcanzan a comprender y cuando creen lograrlo ya existe una nueva tendencia, convirtiendo a los que debieran ser líderes del pensamiento en simples caudillos autoritarios que imponen con el dominio de la mentira, de la sedición y de la fuerza, sus interés personales mezquinos en propósitos nacionales de progreso material, efímero y brutalmente falto de contenido moral y social.
Obviamente que éste no es un homenaje a la PATRIA, como tradicionalmente se acostumbra, pero si pretende ser una pequeña luz roja en el camino al precipicio de la destrucción como país y como sociedad. Es hora de replantear la vida de cada boliviano, desde los más ancianos llenos de sabiduría ganada por la experiencia y a los que nadie presta verdadera atención; pasando por quienes hoy por hoy ostentan el poder de su manejo y conducción en las diferentes esferas sociales y de producción.
De su numerosa juventud (casi el 50% según estadísticas) llenas de energía pero carentes de principios sólidos de vida futura así como de bases de formación que sustenten su misión, que no es la del egoísmo vano y pasajero sino el conocimiento al servicio de los demás; hasta llegar a los niños verdadera base que tendrán en sus manos la difícil misión de enfrentar la tercera centuria de vida de Bolivia, con un país con oportunidades o simplemente en desesperada lucha de sobrevivencia.
Sin embargo es fácil encargar a las futuras generaciones la solución a los problemas actuales, por lo cual lo correcto es que los de ahora, ancianos, adultos y jóvenes nos pongamos en campaña de concientización y de obra. Dejemos de lado la apatía que nos caracteriza en los últimos años y con lo poco o mucho de nuestro civismo, sentido de bolivianidad, y responsabilidad de ciudadanos comencemos a hacer algo por nuestra Patria; ¿Que tal si comenzamos por elegir mejor a nuestros futuros gobernantes? No nos dejemos ganar por las encuestas dirigidas y compradas y creemos en todos el sentido de pertenencia y la necesidad de cambiar lo actual por algo mejor. No puede ser que entre once millones de bolivianos, no existan líderes capaces de manejar nuestra nación por los caminos del progreso y del sano desarrollo. En nuestras manos esta el presente y quizás también la prevención de un fatídico futuro para nuestra Bolivia, los arrepentimientos tardíos no solucionan nada, sino por el contrario contribuyen a una mayor desazon y desesperanza para las generaciones del nuevo siglo. Manos a la obra y trabajemos todos desde nos toque, con amor, disciplina, y sobre todo ganas de aportar y servir en lugar de solo servirse con egoísmo obsecado.