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DAKAR DE LA VIDA

Pienso luego existo

DAKAR DE LA VIDA

Autor: SAFO

“Dentro de veinte años estarás más decepcionado por lo que no hiciste, que por lo que hiciste”

El inicio de un nuevo año es para todos y cada uno de los seres humanos la oportunidad de iniciar viejos o nuevos proyectos de vida, así como tratar de finalizar alguno de los muchos planes que fueron trazados al iniciar el anterior año. Pero esto de reiniciar o comenzar a ejecutar algo, en todos los campos de la vida humana debiera estar siempre unido a una de las virtudes mas apreciadas pero no siempre ejecutadas cual es la de la PERSEVERANCIA, denominándose así a la actitud de contar con la fuerza de convicción necesaria para no desmayar en el camino en pos de obtener o alcanzar un objetivo.

Reflexionando un poco en base a las últimas noticias deportivas que inundaron la primera quincena del presente mes, tenemos la competencia del DAKAR, que visto con los mejores ojos externa e internamente, son una demostración de capacidad, conocimiento, técnicas, fortaleza física y mecánica (donde juega un importante factor los avances de la tecnología automotriz), pero fundamentalmente la PERSEVERANCIA o sea la voluntad mental, física y de propósitos en no desmayar pese a los inconvenientes que existen en su desarrollo y que no son iguales para todos, tal cual es la vida de cada uno de nosotros.

Esta competencia que se realiza cada año en la actualidad por diferentes países de Sudamérica y que en un principio se llevaba a cabo en el desierto del África, fue desde su inicio planificada como un desafío a la capacidad, tecnología y voluntad del ser humano al enfrentarse a los riesgos del desierto y de rutas rurales no establecidas y menos transitadas, en busca de puntos ocultos que certifiquen los recorridos planificados de antemano por una comisión.

Para una parte de las personas oyentes o espectadoras se trata de simplemente una locura en la que se arriesga la vida de los pilotos y hasta de posibles víctimas (humanas, animales y hasta de daños al medio ambiente) que se encuentren desprevenidamente en los lugares por donde recorre la competencia.

Si separamos los grandes intereses comerciales que enfrentan a las grandes marcas de fabricantes, a los intereses de ingresos por turismo y a la enorme publicidad que se despliega en torno a esta competencia, podemos comparar, quizás atrevidamente, con lo que debe enfrentar cada uno de nosotros en el tránsito por esta vida material y terrena.

Con las licencias literarias y de composición necesarias, llamemos a esto como el DAKAR DE LA VIDA, comparando la competencia como el desafío que tenemos cada uno de nosotros en alcanzar diversas metas en el lapso de un año calendario, en etapas mensuales y donde los puntos a encontrar o marcar (way points), son equivalentes a las sorpresas que se nos presenta en el día a día de nuestro existir.

El vehículo obviamente es nuestro cuerpo y que es tan diferente uno del otro, con mayores o menores recursos de capacidad, resistencia, adaptabilidad, consistencia y muchos otros factores materiales y mentales, algunos dados desde el nacimiento y otros adquiridos en el camino de nuestra formación intelectual y espiritual. Los caminos a descubrir o recorrer nuevamente son las metas que no logramos alcanzar, como consecuencia de los errores que en algún momento nos detuvieron o desviaron del correcto sendero (que no es una vía asfaltada y con adecuada señalización, como nos toca en la vida diaria) a seguir.

El público es la sociedad que nos rodea, familiares, colegas, compañeros de trabajo, vecinos y otros desconocidos que algunas veces aplaudirán nuestros actos y otras criticaran nuestra falta de criterio al fallar o equivocarnos en ciertas etapas del recorrido. La comisión organizadora (ASO) son las leyes sociales, políticas, económicas y humanas que regulan nuestro comportamiento en sociedad y que en mayor o menor medida deben limitar nuestra “velocidad” y calificar nuestras faltas, deslealtades, o apoyos y ayudas a nuestros compañeros de ruta.

La recompensa final, traducida en la competencia en una medalla simbólica, y los cálculos de tiempo empleados que permiten declarar vencedor de etapa a una u otra persona, no son más que las satisfacciones que hallamos en nuestro vivir, profesión, paternidad, cargos, nombramientos y otras posesiones materiales, que pese a lo efímeras son para muchos la razón e impulso de sus vidas.

No se puede dejar de lado que en esta competencia de altísimo riesgo y enormes exigencias físicas, técnicas y mentales, participan personas de ambos sexos, de todas las edades desde jóvenes hasta personas de más de seis décadas de edad e inclusive personas minusválidas con grandes limitaciones físicas, pero cuyo entusiasmo y ganas de vivir y competir y a través de la ayuda de diferentes artilugios mecánicos, se inscriben y participan de esta “locura internacional”.

Pero todo lo enunciado solo es posible lograrlo cuando uno esta enriquecido con la virtud de la PERSEVERANCIA, esa actitud constante de positivismo y confianza en las propias capacidades para avanzar por la vida; para equivocarse, caer y levantarse cada vez, algunas veces heridos, otras lastimados o adoloridos, con cansancio físico y mental y hasta con grandes vacíos espirituales que nos hacen pensar que nada vale la pena, que es inútil luchar, que nos equivocamos al nacer en determinado lugar o incursionar en una actividad, o final y tristemente que simplemente hay que dejarse llevar por la corriente.

Para lograr estas hazañas deportivas y de vida, se ha demostrado que no basta ser el mejor capacitado físicamente o dotado técnicamente, sino ante todo el planificar adecuadamente y con el tiempo previo suficiente, cada una de las etapas a enfrentar aun cuando el camino a recorrer sea desconocido.

Previsiones compuestas por la formación y ejemplo familiar, por la instrucción académica recibida y por sobre todo por las experiencias personales que cada ser va acumulado, prácticamente desde el momento que nace a esta vida.

En resumen el ganar o concluir el DAKAR DE LA VIDA, se encuentra en el interior de cada uno de nosotros, pues así como tiene su costo el inscribirse en la competencia deportiva, el nacer y crecer hasta tomar decisiones propias son pagadas por nuestros “sponsors”, (padres), quienes arriesgan e invierten tiempo, dinero, enseñanzas y retas con la sola intención de formarnos para el futuro y dejar en alto el nombre de la marca (apellido y prestigio familiar).

¿Ganar o competir? Gran interrogante que nos debe acompañar a lo largo de nuestra vida, y mejor si pensamos desde un inicio que lo importante en si es competir (vivir) día a día, con paciencia, sabiduría y genuino interés por continuar, pese a las dificultades, caídas, dolores físicos y espirituales, pérdidas temporales y largas jornadas de trabajo consecuente con lo proyectado y no solo en función al resultado parcial o momentáneo.
Pero sea cual fuera la decisión que asumamos, desde el inicio hasta el final de cada etapa, debemos estar seguros de tener la PERSEVERANCIA, para continuar, para acompañar cada uno de nuestros pensamientos, palabras y actitudes con el ánimo cargado de positividad que es el único combustible que nos ayudará a continuar compitiendo en la vida y poder así llegar a las metas trazadas.

En el recorrido de la vida no hay favoritos, tal vez existan los seres con mayor suerte al nacer en cuna de ricos y recibir las mejores herramientas para su futuro, en comparación a otros que nacidos en un pesebre deben aprender desde muy temprano los rigores del clima en los exteriores de un cómodo solar. Pero ambos, en los meandros del desierto de la vida, pueden perderse, caerse, enfrentar fallas en su mente y cuerpo, luchar contra las tempestades que no siempre son las de la naturaleza, sino las provocadas por uno mismo cuando no se prevén las consecuencias de determinados actos. Los únicos favorecidos son los que llegan hasta el final, no importa si en bonitos y espectaculares vehículos de “marca”, sino con la sonrisa de tener el cuerpo entero embarrado por haber vencido a las dunas de las dificultades humanas, y empapado por la transpiración del trabajo duro bien hecho, demostrando en una sonrisa que este “viaje por la vida” valió la pena y sin importar el puesto adquirido en la conclusión, hay fuerza, energía y voluntad en continuar con la siguiente etapa o en la siguiente edición anual del DAKAR DE LA VIDA.

No olvidemos jamás que lo lindo no es el color de tus ojos sino lo que ves con ellos; ni la forma de tu boca sino las palabras que de ella salen; ni finalmente la forma de tu cuerpo, sino lo que haces con él.

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