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CRUZAR LA FRONTERA

La secuencia de vida de cualquier ser humano no es llana, mucho menos tranquila y desasosegada. Tal parece que debemos transitar por terrenos, senderos o caminos escabrosos donde a cada paso hallamos obstáculos que nos impiden o interfieren llegar sin contratiempos a la meta elegida, que muchas veces provoca desesperación, dolor, angustia o sufrimiento, aspectos estos que pueden ser de orden físico, mental o emocional. Hay muchas cosas que pueden ocasionar sufrimiento, como ser, las guerras, la avaricia comercial, factores hereditarios adversos, enfermedades, accidentes, desastres naturales, los actos y expresiones faltos de bondad por parte de terceras personas, el darse cuenta de una calamidad inminente o la propia tontedad de uno mismo, creando casi naturalmente fronteras que limitan un desenvolvimiento apacible. Así gestamos los miedos que podrán considerarse como tormento en el diario vivir, los cuales si no son superados provocarán el derrumbe de la personalidad en particular. El miedo a los desconocido, el temor al fracaso, han determinado en gran manera la evolución “limitada” de las sociedades humanas, quienes se vieron forzadas a variar su camino y soslayar el obstáculo presente, porque es más fácil cambiar el rumbo que afrontar lo imprevisto. Cruzar la frontera es el reto que se nos presenta día a día, para lo cual es necesario munirse de herramientas que nos permitan afrontar el “obstáculo” con la seguridad y sagacidad necesaria del obrero experimentado que conoce que herramienta utilizar adecuadamente. Sin embargo la experiencia no viene sola, también necesitamos de herramientas “intangibles” que son las determinantes para arribar a buen puerto. La determinación, la perseverancia, la convicción, la consecuencia, nos ayudan alcanzar logros insospechados, superando al tiempo y suceso imprevisto creando un aura de brillantes colores conduciéndonos a eternos reflejos de paz y amor. La tarea trazada por uno mismo puede ser lograda con aquellos valores expuestos, sin embargo se hace necesario repasarlos en la práctica diaria, hacer que estos fluyan naturalmente de nuestro ser muchas veces expuesto a injurias, vilipendios o cualquier maltrato, sea este físico y/o emocional. Aquél que posee las herramientas y conoce cuando y como usarlas, no necesariamente debe “caer” para tornar a “levantarse”. La sociedad pregona que de los errores que comete la humanidad se aprende, cuando realmente debemos referirnos a la “ experiencia” en lugar de “error”, porque de aquella manera entendida conceptualizamos la vida del ser humano en una secuencia de acontecimientos que no dañan la evolución mental, espiritual y/o material concebidas en un núcleo que expande sus vibraciones positivas hacia un ámbito de libertad adosada al amor incondicional a la naturaleza y existencia del prójimo. No decaer, es otra de las premisas que todo ser humano con pensamiento y actitudes loables debe llevar consigo en el bagaje del conocimiento adquirido, pues la constancia será premiada muy prontamente, ya que el tiempo para el perseverante no es impedimento hacia el logro de la cúspide de la tarea y propósito empeñado consigo mismo, ya que la satisfacción no busca el reconocimiento, sino el deber cumplido y la consciencia tranquila que nos permite un sueño reparador y un despertar henchido de emociones. Consecuente en alcanzar un objetivo no es tarea imposible. Los imposibles no existen, es solo proponerse cruzar la frontera de cuál sea el “obstáculo” que nos lo han colocado o sean creados por nosotros mismos, conciente o subconcientemente. No permitir que el dolor ajeno o propio corroa nuestro ser es tarea fácilmente superada cual canoa que surca los mares de la indiferencia dejando atrás las adversidades sustentadas en el pensamiento primitivo de seres que aún permanecen en la oscuridad del saber y comprensión que la vida plena es lograda por aquellos que cultivan la sapiencia del “dolor” mediante la entrega de la mano firme ataviada de joyas brillantes en su esplendor que solo el Amor Pleno puede expresarlo. No permitas que “mueran” tus sueños, haz de éstos realidad que permitan que los que no aprecian soñar, se embelezcan de sabores sabrosos insospechados en torrente de alegría y felicidad, para que junto a los soñadores repitan “Que hermosa es la Vida” y expanda lo bueno adquirido hacia la humanidad toda, para clamar al cielo:  ¡DEBER CUMPLIDO!

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