Con un poco de buena voluntad, no es difícil ser personas llenas de espíritu y esperanza.
Resulta que muchas personas, por mucho que escuchen de las ventajas de la esperanza y la confianza en el futuro, se dejan llevar por la incredulidad y el desánimo. Lo que es peor, este estado de ánimo se refleja en sus rostros, cansándolos y envejeciendo.
Ahora, nadie está obligado a cargar con tal peso, porque todos tenemos, si queremos, plenas condiciones para afrontar los contratiempos con valentía y determinación, lo que nos hará ilusionados y felices, aunque las dificultades formen parte de nuestro día a día. día.
¿Por qué traer un semblante siempre cargado y preocupado? Sabemos que nuestra forma de ser y actuar afecta a quienes viven a nuestro alrededor. No podemos convertirnos en virus para infectar negativamente a nuestros vecinos.
Esto no sucederá si creemos en el poder de nuestra fuerza, en la energía positiva, vibrante y activa que tenemos, que puede hacernos ganadores y felices. Confiemos en nosotros mismos, fortalezcamos nuestra fe y nuestra fe, y el progreso vendrá naturalmente sin esfuerzos absurdos.
Tenga en cuenta que una luz divina brilla intensamente dentro de nosotros. Si surgen problemas, demos gracias a Dios por la oportunidad de superarlos y marchemos hacia adelante con determinación y fe.
fortalezcamos la convicción de que lo bueno nos espera y, lo más importante, las preocupaciones no son nada dado lo mucho que somos. ¡Y Dios está a nuestro lado!