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CINCO CONDICIONES PARA RECIBIR LA INICIACIÓN MASÓNICA

  1. La primera condición para recibir la iniciación masónica que se requiere es la Inteligencia, porque la Masonería no quiere soldados ciegos o ignorantes que marchen a impulsos de la voluntad ajena, ni cuando se les diga: Marchad!; los adeptos de la Masonería no son máquinas, tienen una misión que desempeñar, y es preciso que ellos la comprendan bien y que sepan si pueden consagrarse a ella. No es el Fanatismo lo que valora la Orden; es el sentimiento del deber apoyado sobre la Razón lo que debemos cultivar para ser hombres útiles a la sociedad.
  2. La segunda condición exigida es la Rectitud, porque no queremos sendas tortuosas, ni actos que la conciencia pueda reprobar; el fin es noble y grande, y es preciso marchar hacia él sin titubear. No queremos capitulaciones con la conciencia, ni restricciones mentales, debemos ser equitativos y rectos en todos nuestros actos, pues la Masonería no quiere triunfos comprados por medios ilícitos; queremos rectitud en la vida privada y rectitud en la vida pública, regla invariable del iniciado en todas las ocasiones y en todas sus circunstancias.
  3. La tercera condición que debe tener el iniciado es el Valor. ¿Por qué hemos de ocultar a los adeptos los peligros a que pueden estar expuestos, los odios que contra ellos se suscitan y las persecuciones de que puedan ser objeto? En la lucha siempre viva, que algunas veces tratan de sostener por sus ideales, se necesita valor para soportarla; el Valor es indispensable.
  4. La cuarta condición que se impone es la de la Prudencia, pues si el Valor es siempre necesario, no lo es menos la Prudencia, no es justo que al exponer su reposo, su fortuna y su vida expongan las de sus hermanos por una indiscreción. La Masonería no quiere fanfarronadas, ni demostraciones inútiles o vanidosas, ella necesita de ese Valor reflexionado que va siempre a un punto trazado y sin arrojarse locamente a empresas fútiles. La Orden quiere que se esparza el Ideal, que se fecundice sin descanso ni treguas y cuando el momento de la oportunidad se presente se haga triunfar, pero no quiere que suenen las trompetas de la victoria sin haber llegado la hora de recoger los laureles.
  5. La quinta condición que ha de adornar al buen Masónes el Amor a la Humanidad, piedra angular del edificio que está obligado a levantar: ¡Amor a la humanidad! Es a ella a quien todo debe consagrarse, ¡Atrás el egoísmo! ¡Fuera los pensamientos de personalidad! ¡El Masón debe inclinarse ante el interés general!, lección sublime en que se enseña a que todo sentimiento individual debe absolverse en el amor a la humanidad y que el bienestar de los hombres es el único objeto de los esfuerzos constantes del verdadero masón.
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