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Carlos Cantero: OMNI

Columna Libre

Carlos Cantero: OMNI

Desde el fondo de los tiempos en la cultura humana esta presente el sentido de aquel que todo lo ve, que está presente en todo. Nada ni nadie escapa a su escrutinio. El ojo, desde el fondo de la historia, fue considerado como símbolo de poderes superiores, de la intuición y la percepción, amuleto o protección. Tiene su origen en el antiguo Egipto, recibiendo diversas denominaciones y expresiones simbólicas, siempre asociadas al sentido de lo OMNI (o del todo): el Ojo de Horus, el Ojo de Ra, la diosa Wadjet (hija de Ra), Udjat o simplemente el ojo. Lo OMNI es totalidad integradora, tiene manifestaciones con diversos conceptos, los más conocidos son: omni-presente, omni- potente, omni ciente, sumatoria que conceptualización a Dios. 

Esta cultura OMNI, que sirve para representar a Dios o aquello que todo lo ve, tiene plena aplicación en la sociedad digital, en las tecnologías de información y comunicación (TIC) se viene cuestionando esta, señalándola como falta de transparencia, vulneración de la intimidad o privacidad de las personas. 

Desde esa perspectiva tiene sentido esta reflexión, que surge a propósito de la vulneración de los datos de las persona. En efecto en las redes sociales está, es y se vive lo OMNI: la omnipresencia, es decir el estar en todas partes, en el cielo la tierra y en cualquier lugar (virtualidad); lo omniciente, es decir, aquello que todo lo sabe, el conocimiento total, que está en todas partes; y, lo omnipotente, es decir el que todo lo puede, que tiene la primacía del poder, la omnipotencia. 

Se ha develado la transparente/opacidad de lo OMNI, que en este caso afecta a la industria tecnológica, particularmente en el tráfico de las tecnologías de información y comunicación y específicamente en las redes sociales. Todo ello sale a la luz pública y se transforma en tema debido a, lo que se ha denominado, una grave falla de una de las redes sociales más importantes del mundo. Aunque hasta ahora a sido una práctica generalizada, que goza de plena impunidad, al servicio del poder. 

El Congreso norteamericano, citó a Mark Zukerberg, empresario fundador de Facebook, para que declarara en sendas comisiones del Senado y la Cámara de Representantes, por uso ilegal de datos, cuestión que afectó la intimidad y privacidad de más de 87 millones de personas. 

En efecto, se permitió acceso a esta información a la empresa Cambridge Analítica, una Consultora británica, dedicada a los temas políticos, que trabajo en apoyo de la Campaña Electoral Presidencial de Donald Trump, en los EE UU, en la que resultó electo. 

¿Es que no se sabía el poder de la gestión de datos, de la minería de datos, de la potencia de la big data? ¿Es eso lo que se quiera que creamos? Se imagina usted el poder que esto representa cuando consideramos que estas redes manejan información: local, nacional y global. ¿Es que los innovadores sociales, los ingenieros de software, los programadores y diseñadores de los algoritmos matemáticos que configuran estos mundos virtuales no sabían lo que hacían? Aquello resulta inverosímil, es de infinita ingenuidad pretender convercer a alguien de aquello. 

Zuckerberg asumió que no hizo todo lo necesario para proteger los datos personales desde la plataforma de Facebook. Señaló: “no tuvimos una visión lo suficientemente amplia”, para visualizar esta grave circunstancia. Se deberá determinar si hay mérito para llegar a los tribunales, y si es oportuno legislar y sancionar adecuadamente este tipo de abusos, que se hacen a espaldas y sin autorización expresa de los ciudadanos violentando su intimidad, al servicio de empoderar a los poderosos: en política, economía, cultura, consumo, etc.. 

Lo OMNI ha sido tema de preocupación en las redes sociales, donde existe trazabilidad del tráfico, el tipo de páginas a visitar, los horarios en que se navega, los gustos en las compras, la asociatividad de los procesos decisorios, etc. etc. La información es el nuevo factor de poder y riqueza. Gestionar esos niveles de información, en consecuencias, es acceder a inconmensurables fuentes de poder y riqueza, vulnerando los derechos de las personas a su intimidad y privacidad, la que se pone a disposición del mejor postor. Es decir, de aquel que esta dispuesto a pagar más por una información específica que permite gestionar información, conocimiento, emociones, deseos, consumos o apoyos políticos. 

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