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AMOR

Cuatro simples letras que encierran todo un cúmulo de conceptos y significancias, que en su aplicación ocasionan diferentes pensamientos, escrituras, declaraciones verbales y simbólicas y por sobre todo actitudes de las más variadas en los seres vivientes desde que nacen hasta su último suspiro de vida material.

Es tanta su importancia que todos pasamos por diferentes etapas en nuestro crecimiento y desarrollo en que lo invocamos con total esperanza y a veces nos condolemos y arrepentimos de haberlo experimentado, sentido o expresado. Se han escrito miles de páginas de poemas y expresiones sublimes que ensalzan a este sentimiento como el más puro y profundo que todo ser viviente puede experimentar, pero a su vez también es causante de sentidas expresiones de dolor, frustración y hasta veces desesperación, sobre todo cuando se siente la no correspondencia al mismo.

El amor existe en el nuevo ser que nace a la vida y reconoce en el latido y respiración de la madre esa correspondencia plena de ser complementado y plenamente relacionado entre madre e hijo; una unión que no desaparece a través del tiempo y que si bien en algunas oportunidades se ve afectado por la separación física, no concluye hasta el final de la existencia material de ambos seres y que inclusive se mantiene cuando uno de ellos desaparece físicamente pero se conserva vivo el recuerdo y el sentimiento de lo vivido.

El amor también existe y se desarrolla de manera similar, pero quizás con menor intensidad entre los hermanos que a través de su convivencia en el desarrollo de las familias y luego en su independencia de vida, se mantiene vivo, creciente y pleno del grato recuerdo de la niñez compartida. Dicen las pruebas científicas que existen los casos de hermanos gemelos que pese a la distancia física que pueda existir entre ellos, experimentan al mismo tiempo sentimientos y sensaciones de dolor, alegría, pesadumbre y hasta depresión.

 Es en la juventud que este sentimiento se desarrolla a otro nivel y se manifiesta a través de la atracción física que sienten los jóvenes, mientras en su interior se va formando una nueva personalidad.

Ese amor platónico o imposible, en el que un o una joven se sienten tan irresistiblemente atraídos a otra persona, que experimentan paroxismos de placer o dolor según sea la respuesta de la persona amada. Ese sentimiento según la formación y madurez alcanzada, va incrementándose a través del mayor conocimiento sobre la realidad interior de ambas personas y culmina una etapa importante en la formación de una pareja, que se jura y promete amor por siempre, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, consolidando así el nacimiento de una nueva célula de vida en común que es la familia, fundamento y base de la sociedad.

Es para ellos sobre todo, que se ha concedido a septiembre y más propiamente al día 21 como la fecha de conmemoración y celebración del día del amor, si bien ha sido totalmente apropiado por el comercio como una simple oportunidad de venta de todo lo imaginable, al igual que las fiestas de navidad, año nuevo y otras muchas; ésta es la oportunidad donde la juventud desencadena todas sus pasiones y hasta sentimientos guardados o espectaticios, pues al mismo tiempo se festeja el día de la juventud y de la primavera como fecha del inicio de una nueva etapa de la vida, del renacimiento de la naturaleza luego de un invierno de preparación y reflexión.

 Existe por supuesto aparte del amor filial, de pareja y de personas, el sentimiento del amor hacia los animales y otros seres vivos de la naturaleza. Nace con la ternura que despierta un recién nacido en el reino animal o vegetal y se va incrementado a través de la convivencia, donde nacen sentimientos más profundos por ambas partes, ya que se ha escrito mucho sobre la necesidad de afecto que requieren todo tipo de animal, inclusive las fieras no domesticables, hasta afirmar que para el desarrollo y crecimiento de una planta inclusive es necesario aplicar a través del diálogo verbal, expresiones de cariño que se debe sostener con un ser vegetal.

 Ni que decir de los animales que logran que humanos reacios a otro tipo de relaciones afectuosas depositen en sus mascotas todo ese caudal de afecto, preocupación, diálogo, necesidad, atención y hasta el compartir sentimientos de frustración penas que todos atravesamos en nuestro vivir.

El amor también se lo siente por un país de nacimiento, donde a través de la educación cívica, se forman los valores de respeto y amor a la tierra que nos vio nacer, impregnando en cada uno de sus habitantes los deseos de cuidado y protección que llevan inclusive al sacrificio y entrega de la vida misma, en los paroxismos de los enfrentamientos fratricidas al que condujeron diferentes dirigentes políticos y militares a sus coterráneos, llevados siempre por la ambición material y de poder.

El amor también es un sentimiento que se relaciona mucho con la fidelidad y la lealtad, que se aplican generalmente en los sentimientos de apego y protección que se demuestran hacia los centros de trabajo, los círculos de amistad más íntimos y las instituciones a quienes uno pertenece, con verdadero convencimiento y mística, tomando a cada una de estas instancias en parte indisoluble de la vida personal y por ello experimentar reacciones positivas y de entrega total en algunos casos, y en otros reacciones de miedo incontrolable cuando se ve en riesgo la desaparición de una de ellas, o el peligro de su debilitamiento ocasionado por diversas causas, que es donde se debe demostrar el real compromiso existente entre la persona y la institución, para cooperar en su salvataje o coadyuvar en la pronta solución de los problemas que la estén afectando.

El amor al Ser Creador enseñado a través de las diferentes religiones, algunas con carácter totalmente dogmático y otras más liberales, es también una de las expresiones de este sentimiento que embarga a los seres humanos, al que se acude a veces a nivel de plegarias en busca de ayuda y protección y en otras se lo plantea como el causante de diferentes problemas y sufrimientos a los que la vida nos somete. Este amor al igual que los anteriormente descritos deben ser sinceros, imparciales y para nada interesados, pues no se trata de dar para recibir, en la misma o mayor medida, sino por el contrario en la expresión de un sentimiento puro, noble, simple pero profundo y que trasluzca los verdaderos valores interiores que todas las personas poseemos y que los colocamos a disposición de otra persona, animal, planta, institución, familia, amistades, empresas e instituciones, que tienen una marcada importancia en el desarrollo de nuestro ser.

Finalmente es también necesario referirnos al amor al planeta que nos cobija, pues al igual que todo lo descrito requiere de nuestro apoyo, conservación, cuidado y preocupación sincera expresada a través de hechos concretos, para evitar su mayor contaminación, explotación irresponsable e inmisericorde de sus riquezas naturales; tomando en cuenta por sobre todo que existimos gracias a sus valiosos dones como el aire que respiramos, el agua que consumimos, los bienes naturales con que nos alimentamos y hasta la gravedad que nos permite una existencia como seres humanos. Graves y serias son pues las responsabilidades que debemos asumir con urgencia para evitar su paulatina destrucción y debilitamiento, o un catastrófico final, donde no habrá vencedores ni vencidos ya que simplemente acabaremos con la existencia de todo lo que hasta hoy conocemos, como nuestro hábitat.

Obviamente no se debe jamás confundir el amor con el simple apetito sexual o material, o la pasión por el dominio físico y mental, ni el abuso que implica el manejo dictatorial o de esclavitud gracias a la ignorancia de unos y la viveza de otros, ni tampoco el fanatismo extremo que en base a dogmas sin explicación racional manejan las mentes y las acciones de algunos grupos, habiendo por ello logrado que algunos denominen a las religiones como al opio del pueblo. El verdadero amor debe ser racional, mutuamente consentido, plena y conscientemente aceptado y pensando siempre en que es mejor dar que recibir.

Feliz día del amor a todos los que lo sentimos de una u otra manera, que nuestros compromisos se refuercen y no nos dejemos vencer por el miedo o la desesperanza, y al igual que los ciclos de la naturaleza, aceptemos y alegrémonos que después de un duro invierno viene la alegre primavera y que luego de la oscuridad y frigidez de la noche, sale el sol para alumbrar un nuevo día de oportunidades nuevas.

SAFO

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