La crisis social no es un factor contemporáneo, éste ha existido desde la creación al ser humano reflejada en casi todos los escritos hasta hoy difundidos ampliamente y en aquellos apócrifos que no son “admitidos” por organizaciones sociales, sean estas de carácter religioso, científico, ambos influyentes en el ejercicio de las actividades de la humanidad quienes han caracterizado su comportamiento por los parámetros que dictan, los que de alguna manera son llamados líderes, quienes en el afán de estar seguros de sus ideales, aspiraciones y/o ambiciones, han provocado enfrentamientos entre grupos sociales para imponer sus conceptos de manejo social u otros, basados simplemente en el afán de conquista y avasallamiento a sus enemigos.
Escritos antiguos nos revelan, con diferentes actores, que la primera reacción del ser humano a sus sentimientos fue la envidia, mostrada por la posesión material del uno respecto del otro, comportamiento este que al transcurrir la “evolución” permitió la creación de instrumentos o herramientas que si bien fueron útiles para abastecer su alimento, también fueron utilizados para en enfrentamiento entre grupos humanos, donde la prevalencia del más fuerte o más armado llegó a ser el modo de eliminar e imponer su forma de mostrar su poder.
Paralelamente a estos acontecimientos que marcaron transformaciones sucesivas en el entendimiento hacia una común convivencia cada vez más pacífica, surgieron manifiestos que invadían los espíritus en procura de mayor comprensión entre humanos que permitieran una relación más armónica, los cuales fueron el inicio de compartir ciertos pensamientos e inquietudes capaces de escucharse el uno al otro con cierta curiosidad propia del individuo, pues el oír, permitió conocer y saber de la existencia de grupos sociales con diferentes comportamientos a los suyos cargados de similitud a las aspiraciones y vivencia propias. Esta relación humana suscitó establecer los primeros vínculos nobles, sinceros, afectuosos, respetuosos, que hoy los llamamos virtudes y así sucesivamente se tornaron tan importantes que hasta hoy las virtudes se hallan en uno de los platos de la balanza, estableciendo a través de nuestras acciones, que la humanidad puede vivir en armonía si se propone establecer como propia la convivencia en paz y amor. Hoy el mundo entero está convulsionado, lo pretendido líneas arriba parece derrumbarse.
Nos hallamos en guerras silenciosas de mucho impacto psicológico, como el cáncer silencioso que corroe lenta pero segura y permanentemente el organismo de las sociedades, tornándolas insensibles al dolor, sentimiento o pensamiento ajeno donde el individualismo se corona como príncipe heredero de la verdad y debe imponerla sometiéndola, mediante armas letales sofisticadas o sutiles, trasmitiendo la ciencia y conocimiento seleccionado intencionalmente.
No hay duda que la cibernética, a través de la informática, ha permitido que podamos acceder a diferentes áreas del conocimiento humano, sean estas de cualquier carácter y contenido, permitiendo que una persona ubicada en el “otro extremo de la tierra” pueda entablar relación con otra del “otro extremo”, con tanta facilidad y rapidez que “asombra” hasta el punto de embrutecerlo y tornarse absorto dependiente cibernético, encadenado “virtualmente”.
Como ocurrió desde siempre, nos dejamos impresionar por las novedades distractoras del reciente descubrimiento sin siquiera percibir lo positivo del aporte manifestado. Este comportamiento lo saben “muchos”, explotando la ignorancia para adquirir más poder contribuyendo o programando el lodo propicio para la inercia mental de la humanidad, creando así una nueva forma de esclavitud, pues nuevamente la inquisición, esta vez científica, se impone ante el deseo de impartir el sano conocimiento en base a enseñanza adecuada y paulatina. Pero esto no les importa, ¡nos quieren esclavos!
La ciencia está realizando su rol, ignoramos si los “dueños” de la patente nos proporcionan toda la información científica, por partes o definitivamente las instalan en “cuarentena económica”. Posteriormente el uso por la ciudadanía responde a la madurez de quién la utiliza. Estamos en el primitivismo de la cibernética. La naturaleza por su parte emite mensajes que la humanidad no sabe leer y actúa “instintivamente” o con vectores predeterminados parecido a como se desenvuelve un robot, vale decir: programado. ¿Será que estamos en esta condición transitando “inconscientemente” en esta partícula del universo?
La humanidad está compuesta por escalas etareas, las cuales desempeñan un rol en su sociedad tomando diferentes factores de posibilidades u oportunidades, sin descartar el grado de conocimiento intelectual, posición social en la que se desenvuelve, situación económica e “intereses” de otra índole.
La “sexalescencia”, término aun no aceptado, define a un grupo etareo cargado de experiencia, conocimiento, vivencia propia y de grupo. Ha transcurrido por etapas de transición social y económica que han incidido en adoptar posiciones positivas para continuar su vida sin desalentarse, y que al contrario, son hombres y mujeres que detentan una riqueza moral y espiritual incalculable, practicando constantemente en la actividad que ha elegido, para continuar disfrutando de la vida y lo que la naturaleza brinda, llegando a niveles de transpirar la “excistencia”… Puedes ser uno de ellos.
Ante la desorientación, programada, de la humanidad y ante el embate mortífero que soporta a escalas diversas todo ser humano, la impotencia de reacción razonable lo está liquidando paulatina y seguramente, se hace imprescindible recuperar formas de comportamiento individual, familiar, social que permitan que la dignidad de cada individuo sea el eje de las relaciones humanas y de la personalidad propia.
Para este propósito existen entidades instauradas que albergan en sus principios, fuentes de alimentación moral y espiritual. Estas entidades religiosas, carismáticas, iniciáticas, y otras cuentan en su seno a personas capaces de trasmitir desinteresadamente, su conocimiento sabio. Una de aquellas instituciones posee una riqueza aún más apreciable, pues está dotada de herramientas que empleadas adecuadamente deben ser los artífices de la defensa de la estirpe humana. Para cumplir ese mandato, cada componente de esta entidad debe reconocerse primero así mismo, para luego asomarse a sus similares que perciben los peligros hacia la raza humana. Hoy transitan como un eslabón solitario que no puede incidir profundamente en el pensamiento social, aquellos eslabones sueltos deben encontrarse para conformar una cadena tan extensa que abarque toda la faz de la tierra, recuperando, mejorando, creando valores sociales y morales, difundiéndolas sin ambages, haciendo que aquella “luz en el fondo del túnel”, se convierta en el faro que ilumine y muestre el camino de la verdadera presencia de cada ser vivo en nuestro planeta Tierra, que siendo un punto en la constelación universal, existe en ella un ser pensante capaz de vivir en armonía consigo mismo, con el prójimo, con la naturaleza y con el universo todo, en perfecta concordancia de acciones benéficas y equilibradas. Para que aquello se logre es necesaria la Alianza de Valores, practicadas en cada una de nuestras expresiones y acciones, con dulzura y afabilidad, con entrega y cordialidad, con entereza y firmeza de que lo que se está manifestando refluya en confianza y lealtad. Estas acciones serán el primer paso regular de todo ser humano consecuente en sus obligaciones manifestadas en el recorrido del albergue que lo cobija.
AMPARTAPA