Al Oriente del Titicaca
Aristides
Actitud y Aptitud
Hay dos conceptos que marcan la vida de cada persona: la Actitud y la Aptitud. Definitivamente la actitud va en primer lugar seguida por la aptitud. La actitud como determinación de conducta y la aptitud como necesidad de conocimientos y capacidades para cumplir con ella.
La vida de cada persona tiene un propósito. Descubrirlo es la tarea más importante, pues si no se identifica el propósito, el existir se torna en una dinámica meramente instintiva y el esfuerzo desplegado se diluye sin obtener logros.
La educación ha manejado hasta hace un tiempo el paradigma de la enseñanza. Es decir que para educar hay que enseñar. Hoy, ese paradigma ha cambiado. Educar significa proporcionar la oportunidad para aprender. En el anterior paradigma luego de la enseñanza ocurría la etapa de la experiencia. En tanto que en el paradigma actual se aprende haciendo. Es decir que concurren aprendizaje y experiencia.
Finalmente, un poder que cada persona tiene es el poder de hacer. Esa posibilidad de crear y transformar, generalmente tan poco utilizado.
¿Por qué mencionar estos conceptos?
Porque la Masonería los sostiene no desde su creación institucional, sino como la manera de hacer su trabajo heredada de aquellos constructores de los cuales toma su sistema.
Al ser recibido un masón como Aprendiz da pruebas de su aptitud. Es decir que es apto para realizar el trabajo en la Orden. Se le comunica que el trabajo de la Orden tiene un propósito. Que debe aprender el oficio (nadie le va a enseñar a hacerlo) y que con su esfuerzo va a contribuir a la construcción de un Templo. Es decir, que tiene que ejercer el poder de hacer. Hasta ahí, todo óptimo. Pero la decisión de hacer esto es de cada masón. Es decir que la actitud ante la tarea es una determinación de cada hermano. Y he ahí el asunto….
Porque de la determinación de la actitud tomada depende no solo el recorrer de cada masón en la Institución, sino la Masonería misma.
No pretende ser esta una remembranza de cuán grande o pequeña es nuestra Orden en Bolivia. Tampoco de halagar a algún hermano.
De lo que se trata es de resaltar que lo que hoy tenemos como logro y realidad es resultado del trabajo que hicimos. Eso es todo.
Para hacer ese trabajo concurrieron dos causas: 1.- La oportunidad que se nos dio de ingresar a la Orden en Bolivia y 2.- NUESTRA ACTITUD PARA REALIZAR LA TAREA.
Lo que tenemos hoy es el resultado de nuestra ACTITUD.
¿Que éramos aptos para hacer la tarea?, por supuesto. Pero sin nuestra ACTITUD, nada hubiera sido hecho.
Actitud que ahora nos permite ver con satisfacción lo logrado y mirar con confianza lo que aún tenemos por hacer.
Actitud que nos impele a reflexionar que nuestra presencia en la Masonería no puede ser un tiempo de paso, debe ser un tiempo provechoso de trabajo y logros. Que nuestra actitud no puede ser de indiferencia o superficial, sino que debe ser de compromiso y trascendencia. Aquí no cabe la presencia estéril ni la permanencia figurativa. Estar aquí exige el trabajo permanente para la Institución, pero fundamentalmente para la vida de cada uno de nosotros.
No olviden que somos Piedras Vivas. Cada uno Sujeto y Objeto de la Gran Obra.
La Actitud es la clave.