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EL MAESTRO MASÓN DE LA MARCA

Introducción

Cuando se inicia el trabajo en el grado se aclara que la Logia está abierta «para el propósito de AVANZAR al Hermano MM….», quien necesariamente es un Maestro Masón, que ha sido exaltado en una logia legalmente constituida y debidamente abierta por Maestros Masones. Algunas autoridades masónicas sostienen que el grado de Maestro de Marca, fue incluido en tiempos muy antiguos en los trabajos del grado de Compañero. Para apoyar este argumento existen muchas evidencias sutiles.

Reflexionando sobre ello, deducimos que para un Maestro Masón NO ES UN AVANCE el ser hecho Maestro de Marca, ya que en cuestión de conocimientos el Maestro Masón está más allá de las enseñanzas que se comunican en este grado; sin embargo, para un Compañero sí es un avance, tanto desde el punto de vista ético como simbólico.  Cuando al candidato, se le pregunta, contesta: «examinadme», tal como lo hace el Compañero, porque él sabe que debe ser examinado por las «herramientas de su profesión».

El Maestro de Marca recibe un «salario» igual que el Compañero, con una sutil diferencia, a un Maestro de Marca se le paga en moneda, al Compañero en «Grano, Vino y Aceite que son los elementos masónicos de la consagración», como afirma Mackey, en su Enciclopedia de Francmasonería y además explica que: «La adopción de estos símbolos se remonta a la más remota antigüedad. Grano, vino y aceite fueron los productos más importantes de los países orientales; ellos constituyeron la riqueza de los pueblos y fueron considerados como sostén de la vida y el medio de solaz (esparcimiento). David los enumera entre las grandes bendiciones de las que gozamos y habla de ellos como: «vino que alegra el corazón del hombre, aceite para dar brillo a su rostro y pan que fortalece el corazón humano» (Salmo CIV (104), 14-15).

En el Salmo veintitrés, nuevamente se hace referencia al grano, o alimento, al aceite y al vino: «Tu preparaste la mesa ante mí en medio de mis enemigos; Tu ungiste mi cabeza con aceite, mi copa rebosa» (Salmo XXIII, 5). Afirmar que estos tres símbolos significan «abundancia», «salud» y «paz» es la manera más crasa de explicación material. De hecho, se puede considerar engañosa, si no estuviésemos acostumbrados a la vivencia masónica que «dentro de la Logia» las Grandes Verdades no son reveladas y que nosotros debemos buscar en otro lugar aquella luz que aquí no es revelada. Los antiguos adoraban al sol como Dios, o como símbolo de Dios, consideraban todas las cosas del amarillo dorado, color del sol, como pertenecientes a él; de ahí que el oro, el bronce y el grano de trigo se consideraban sagrados. El grano fue uno de sus principales alimentos, era para los devotos verdadero alimento de Dios, un premio por la obediencia a sus leyes.

Francis Grant en su libro “Oriental Philosophy” se refiere así al arcaico significado simbólico del vino: «Dios fue el vino de la vida y a la par el Portador del Vino». El gran poeta Sufi, Omar Khayyam, dice: «Pero son pocos los occidentales que han vislumbrado alguna vez que el vino de Omar no era el vino del hombre, sino la corriente extática de una experiencia místico-religiosa». Si bien el tiempo del cual escribe Grant es de fecha mucho posterior al aquí discutido, los poetas Sufi adoptaron su simbología de tiempos más remotos y de los cuales nosotros nos ocupamos.

En la antigua ceremonia de coronación de un rey, la cabeza le era ungida con aceite por el sacerdote oficiante. Este aceite se encontraba en un frasco elaborado del cuerno de un toro o de un carnero y se llevaba en el cinturón del sacerdote. El judío consideraba al ungido como un ordenado por Jehovah; el sacerdote pagano, ungía en el nombre de Tauro o de Aries, dependiendo del cuerno del cual se vertía el aceite.

Así el verdadero salario del Compañero: el grano que alimenta el cuerpo físico, suministrado por la siempre sabia beneficencia de su Creador, verdaderamente un regalo de Dios. El aceite, reanimador de su cuerpo físico, aquello que «hace brillar su rostro». Como dice el (Salmo CXXXII (132), 2,3): «Cuán bueno y cuán placentero es para los hermanos el permanecer unidos, es cuál el ungüento precioso sobre la cabeza, que por la barba desciende, barba de Aarón, que baja hasta el borde de sus vestiduras… por cuanto allá el Señor destina la bendición, la vida siempre eterna».

Indicando que esta asociación es placentera «como el precioso ungüento». Sin embargo, el segundo significado, es que el objetivo es «LA VIDA SIEMPRE ETERNA». Interpretado de forma más mística, ese «ungimiento», esa ceremonia de verter el «aceite» sobre la cabeza lo que aparta al individuo de los otros, lo que lo hace ungido de Dios y como tal consagrado para esa «LA VIDA SIEMPRE ETERNA». Finalmente, se le da «vino» como una parte de su «salario». Ese «vino» que, como el poeta Sufí dice: «no es vino de hombres, pero el flujo extático de una experiencia místico-religiosa» ES LA SUMA DE SUS LABORES.

Habiendo previamente «pasado al Grado de Compañero» el Maestro de Marca ha tenido esta experiencia de haber recibido su «salario» de «grano, vino y aceite». Ahora, habiendo sido AVANZADO se le paga en La MONEDA, que puede cambiar por el sustento de SU PROPIA ELECCIÓN. La consecuencia es obvia; estando ahora más AVANZADO se espera de él que tenga ese sentido de discriminación más sutil que acompaña al «conocimiento avanzado» y en vez de ser sustentado por sus superiores (simbólico para una omnisapiente providencia) sin libertad de elección, se le paga con un medio de cambio que le permite amplitud en la selección de los frutos de sus labores.

De acuerdo a Waite, la conocida Lodge of Hope N° 302, de la Gran Logia de Inglaterra en York, estaba confiriendo el grado de Maestro de Marca desde 1724, evidentemente al amparo de una antigua Constitución derivada de la Gran Logia de York. Frente a toda esta evidencia, tanto simbólica como histórica, no queda la menor duda que estos dos grados, situados en el mismo escenario, originalmente fueron parte de uno y el mismo grado, o por lo menos fueron trabajados juntos, siendo el Maestro de Marca una continuación del Grado de Compañero. Sus mismas enseñanzas añaden peso a esta teoría, ya que el grado de Compañero es anímico, dedicado a inculcar el aprendizaje. El grado de Maestro de Marca instruye COMO aplicar ese aprendizaje, haciendo de esta manera un mejor uso de él. La diferencia de la Logia «azul» puede ser bien hecha   el Compañero «ESPECULA»   el Maestro de Marca «OPERA».

El ritual se base en el «trabajo encuadrado» símbolo de lo material, con un punto de vista incapaz de juzgar nada más que la utilidad del trabajo que inspeccionan, sin embargo, están impresionados por la belleza pura de este emblema de espiritualidad e intuitivamente dudan en descartarlo y que finalmente es descartada. Aquí se encuentra la sorprendente revelación que la cosa más linda de la vida puede llegar a ser arrojada a los desperdicios por aquel que no ha alcanzado el nivel en el cual pueda reconocer su valor inherente y su empleo para el uso previsto.

El siguiente acontecimiento proporciona el elemento temporal de este grado. La lógica lo sitúa después de la muerte de nuestro antiguo Gran Maestro, cuando el templo todavía estaba en construcción y no completado. Era bastante ostensible DESPUÉS de la muerte del arquitecto, ya que la piedra clave fue su trabajo personal o hecho bajo su dirección personal. Si el incidente hubiese ocurrido antes de su muerte, no tendríamos una alegoría porque su valor hubiese sido reconocido y no hubiese sido desechada.

El estudio cuidadoso de las palabras usadas indica que el Venerable Maestro no está al tanto de la naturaleza del trabajo en cuestión. El candidato es acusado únicamente de «intentar cobrar salarios», no correspondientes y de presentar un trabajo que no pasaría la inspección. Así se aclara que el único hombre del que se puede esperar que conozca el valor de la piedra clave es el que no la vio. El no reclama mérito por su trabajo, pero lo presenta en silencio. El no argumenta por su salario, pero trata de cobrarlo como se le ha instruido que lo haga.

Cuando es interrogado sostiene que es un Compañero (hoy hombre de la Marca) y prueba su aseveración de la manera prescrita a satisfacción de todos los participantes. La pena por su presunta infracción es perdonada condicionalmente y se lo envía de vuelta a las canteras, «para trabajar allí hasta cuando pueda presentar un trabajo que pase la inspección».

Aquí se presenta una exposición de la gran ley del «karma» y de la “reencarnación”. La «ignorancia» envía al joven Compañero de vuelta al trabajo, para rehacer aquello que antes no había hecho adecuadamente. El karma envía al individuo de vuelta a las canteras del renacimiento para aprender aquellas lecciones en que falló al aprender en ocasiones previas, cuando se ofreció la oportunidad. Una y otra vez y siempre el hombre retorna a sus labores, hasta que finalmente logra presentar un trabajo que pueda pasar el reconocimiento del Gran Supervisor y lo haga merecedor de su «salario». La Ley Universal es la misma, sea ésta en las antiguas canteras de la alegoría masónica o en el plano espiritual, el trabajo debe ser hecho una y otra vez hasta su perfección y entonces la recompensa es cierta.

En la segunda sección el candidato está de vuelta sobre terreno familiar. La necesidad de un pase, las preguntas y contestaciones todas tienen un timbre familiar. Si cuenta el número de vueltas en su deambulación descubrirá que ellas indican la progresión esperada. El «acercamiento» es igualmente «numéricamente» racional y la posición que se le indica que asuma es una que ya le es familiar. La obligación renueva lazos bajo los cuales está ya ligado. De igual modo, la gripa es explicada «racionalmente» y no hay aparentemente un significado más profundo.

En el lapso entre el retiro del candidato después de la ceremonia de obligación y su reentrada en la Logia, se encuentra al «Templo casi completado» y «el obrero esperando por necesidad de una piedra clave».  Simbólicamente, es aquí por vez primera que el Compañero, el obrero en el plano físico, es introducido a lo espiritual. Fiel a la ley universal su introducción es a través de su apremiante necesidad. El hombre puede ser ignorante de la verdadera existencia de algo hasta que la necesidad y la carencia lo hacen consciente de ello.

La configuración del lugar vacío le informa más claramente que cualquier dibujo en la plancha de trazar, de la forma exacta de la piedra que falta. Así alcanza a entender simultáneamente la NECESIDAD y el VALOR de la piedra clave. Una vez sabiendo qué buscar, es recordada la piedra que fue lanzada a los desperdicios como: «ni oblonga ni cuadrada», es recuperada y colocada en su lugar: «¿Qué es entonces esto que está escrito, la piedra que los constructores rechazaron, la misma se convirtió en la cima del vértice? EL QUE TIENE OÍDOS PARA ESCUCHAR DÉJALO ESCUCHAR». Esta simbología demuestra una verdad más profunda. La Palabra Verdadera NUNCA SE PIERDE. «La palabra está cerca de ti, inclusive en tu boca y en tu corazón».

La «palabra» siempre ha estado presente, pero el hombre ha fallado en reconocerla. No está perdida, está fuera de su cognición y como cada individuo alcanza aquel nivel en su evolución en el cual la «palabra» (piedra) es esencial para un mayor progreso, para la construcción de SU TEMPLO, él la descubre a través de la necesidad imperativa y su obvio acomodo a las circunstancias de vida en las cuales él se encuentra. Tal como el espacio vacante en el arco sugiere la piedra clave, así la necesidad de lo espiritual en la vida del hombre dirige su camino a sólo aquello que puede completar la estructura.

La enseñanza de este grado es única entre las así llamadas enseñanzas masónicas. En esta fase del grado de Maestro de Marca no se exige un examen de idoneidad, pero existen razones lógicas para sugerir que alguna vez en el pasado sí se usó un examen. Originalmente, el grado fue trabajado en la Logia Simbólica en la cual el candidato había sido sometido a un examen en otros grados. La lección misma parece ser una combinación de lección y examen y sin duda es, en su forma presente, el residuo de lo que originalmente representó una lección y un examen separado del candidato.

En esta lección se llega a aclarar mucho de lo que de otra manera permanecería oscuro si se dejara a la acción del Grado. En parte es una descripción del mecanismo de la ley universal. Aunque la «explicación racional» relata lo legendario, se dan razones «materiales» para los fundamentos del grado. En realidad, enseña de la ley de compensación en el universo; que cada individuo inexorablemente recibe su justo salario; que nadie finalmente puede ganar tomando aquello que no se lo ha ganado y que no puede esperar a ser recompensado por trabajos que no los ha hecho con propiedad.

En la explicación del «mallete común» del Aprendiz se dice: «… se les enseña a hacer uso de él para el más noble y glorioso propósito de liberar nuestros corazones y conciencias de todos los vicios e inutilidades de la vida, ajustando así nuestras mentes como piedras vivientes, para aquella construcción espiritual, aquella casa no hecha con las manos, eterna en los cielos».

Hace mucho que el «corazón» ha sido asociado en la mente del hombre con las emociones, «conciencia» como el árbitro de su ética, pero ninguna se puede ajustar como «piedra viva en ese edificio espiritual» ES LA MENTE la que es ajustada, porque sin la guía del intelecto las emociones nos engañan y la conciencia no puede discriminar.

En este grado se repite nuevamente la lección   nótese cuidadosamente que en la explicación de la simbología del «cincel» es la MENTE la que se hace parecer a la «piedra bruta». Los grados de Compañero y de Maestro de Marca son ciertamente los grados espirituales de la Francmasonería.

«La mente es ruda y áspera, tal como la piedra bruta cuando se extrae de la cantera, pero tal como la acción del cincel en las manos del obrero calificado, pronto delimita y perfecciona el capitel labrado, la magnífica columna y la bella estatua, así la educación descubre las virtudes latentes de la mente y las extrae para recorrer el extenso ámbito de materia y espacio, para alcanzar la cumbre del conocimiento humano, nuestro deber para con Dios y con el hombre».

Si la Francmasonería no tuviese otro valor, si no fuese más que una sociedad secreta y una organización fraternal, si no hubiese doctrina secreta, ninguna inspiración divina velada por la alegoría, de hecho, si no hubiese ni velo de alegoría, serviría sin embargo a un grande y útil propósito y tendría el derecho a perpetuarse siempre que enseñe al hombre a buscar conocimientos; porque sin conocimientos el hombre no es mejor que las bestias en el campo.

El «mallete» continúa enseñando las lecciones de los instrumentos del Compañero. Así como el «nivel» enseña que todos estamos «viajando sobre el NIVEL del tiempo», así el «mallete corrige irregularidades y reduce al hombre al NIVEL apropiado». Así como la «plomada» nos exhorta a caminar derecho en nuestros varios oficios, ante Dios y el hombre, encuadrando nuestras acciones por la ESCUADRA de la “virtud», así el «mallete» nos exhorta a «refrenar la ambición, reprimir la envidia y moderar el enojo». Ciertamente estas lecciones son materiales y psíquicas, pero hemos aprendido que el hombre es un trino compuesto de LOS TRES y a menos que sean atendidos estos dos primeros planos de su ser no puede haber progreso espiritual. Aquello que sirve a una PARTE NO DIVIDIDA del total, sirve al total.

Conclusiones

Como se puede esperar, la «enseñanza» de este grado trata principalmente de lo material y apela al intelecto; sin embargo, la ética no puede ser discutida sin aproximarse a los bordes de lo espiritual y en algunos pasajes de esta enseñanza las implicaciones son evidentes. Como ejemplo: «Tus obligaciones, que se hacen más y más extensas conforme avanzas en Masonería». Esto no es más que otra manera de informar que «la nuestra es una ciencia progresiva». El único progreso REAL que el individuo puede hacer es la adquisición de conocimientos. Conforme se expande su «conocimiento», así también se hace mayor su responsabilidad para vivir una vida conforme al mayor nivel que ha alcanzado. La lección cierra con la afirmación: «que la piedra que los constructores rechazaron (teniendo méritos que ellos desconocían) se convirtió en la principal piedra de la cúspide (piedra clave)». El que, en nuestra ignorancia, no reconozcamos los méritos de lo espiritual no reduce su valor, pero nos priva de beneficiarnos de ello. Pero, así como progresamos, cuando «nos colocamos en aquella posición correcta», eventualmente también aprendemos a colocar lo espiritual sobre la parte más elevada del arco, porque entonces se convierte en la única realidad para aquellos que lo han descubierto.

El pago de los salarios es otra lección en el trabajo de la ley universal. Enseña que no importa cuán temprano o cuán tarde se haga el descubrimiento de los valores espirituales, todos reciben la MISMA RECOMPENSA. Igual que con los obreros en la parábola, ellos o trabajaron o no trabajaron. El «patrón» no estaba interesado en el número de horas que habían trabajado, pero sí en el hecho que ellos cumplieran la labor asignada.

MMM Alexander A. A.

Referencias:

  • Texto extraído del libro “El Arco Real, Su Significado Oculto”
  • De George H. Steinmetz  – Traducción Q.·.H.·. Franz Ressel
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Marca · Real Arco de Escocia

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