En el Salmo 133 se menciona el rocío que desciende del monte Hermón; Jerusalén tiene un territorio extremadamente seco, donde las precipitaciones son escasas; A menudo pasan tres años sin que llueva, pero el rocío que diariamente proviene del Hermón significa la vida misma.
El término rocío se utiliza para simbolizar el refrigerio, la bondad divina que, a través de la Naturaleza, vela por el bienestar de los seres vivos.
La altitud del Monte Hermón es de 2.759 metros, lo que lo convierte en el pico más alto del Antelíbano, sobre el Mediterráneo.
De sus glaciares fluyen corrientes de agua que forman el río Jordán, que a su vez alimenta el Mar Muerto.
El agua potable proviene de enormes cisternas que recogen el agua de lluvia.
El salmo compara el amor entre los hermanos con ese rocío que constituye una bendición para el pueblo israelita.
El masón debe leer este salmo repetidamente, porque encontrará refrigerio y consuelo para su alma.
En la apertura de trabajos de la Cámara de los Aprendices se lee este salmo, que sirve de preparación a la liturgia.
«Oh! ¡Qué bueno y agradable es para los hermanos vivir en unidad!”