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SE FELIZ  A… TIEMPO

Cuenta la leyenda que un hombre oyó decir que la felicidad era un tesoro.

A partir de aquel instante comenzó a buscarla.

Primero se aventuró por el placer y por todo lo sensual, luego por el poder y la riqueza, después por la fama y la gloria, y así fue recorriendo el mundo del orgullo, del saber, de los viajes, del trabajo, del ocio y de todo cuanto estaba al alcance de su mano.

En un recodo del camino leyó un letrero que decía: «Le quedan dos meses de vida»

Aquel hombre, cansado y desgastado por los sinsabores de la vida se dijo:

«Estos dos meses los dedicaré a compartir todo lo que tengo de experiencia, de saber y de vida con las personas que me rodean»

Y aquel buscador infatigable de la felicidad, sólo al final de sus días, encontró que en su interior, en lo que podía compartir, en el tiempo que les dedicaba a los demás, en la renuncia que hacía de sí mismo por servir, estaba el tesoro que tanto había deseado.

Comprendió que para ser feliz se necesita amar; aceptar la vida como viene; disfrutar de lo pequeño y de lo grande; conocerse a sí mismo y aceptarse así como se es; sentirse querido y valorado, pero también querer y valorar; tener razones para vivir y esperar y también razones para morir y descansar.

Entendió que la felicidad brota en el corazón, con el rocío del cariño, la ternura y la comprensión. Que son instantes y momentos de plenitud y bienestar; que está unida y ligada a la forma de ver a la gente y de relacionarse con ella; que siempre está de salida y que para tenerla hay que gozar de paz interior.

Finalmente descubrió que cada edad tiene su propia medida de felicidad.
Y en su mente recordó aquel proverbio que dice: «Cuánto gozamos con lo poco que tenemos y cuánto sufrimos por lo mucho que anhelamos»!

Abrazo y muchas bendiciones de Vida, Paz, Amor, y mucha Prosperidad. 

                                                       ——00000——

“Pablo Neruda”, seudónimo del escritor Chileno: Neftali Ricardo Reyes Basoalto, escribió: De la vida no quiero mucho. Quiero apenas saber que intenté todo lo que quise, tuve todo lo que pude, amé lo que valía la pena y perdí apenas lo que, nunca fue mío. “Y el regalo más precioso que nosotros podemos dar a los que nos rodean es; nuestra presencia, nuestra palabra y nuestro escrito”. Para continuar con nuestra vida

Hoy digamos: Te Deum laudamus: te Dominum confitemur. Te aeternum Patrem, omnis terra veneratur. = A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti, eterno Padre, te venera toda la creación. Autor: Desconocido                                                   Recopilado:ANDALUZ

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