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La Perseverancia

La perseverancia es la firmeza y constancia en la ejecución de los propósitos y resoluciones del ánimo, duración permanente de una cosa, la perseverancia final, constancia en la virtud y en mantener la gracia hasta la muerte.

Se la simboliza en la figura de una mujer vestida de blanco y azul, adornada con una guirnalda de amaranto y que tiene un vaso de agua, el cual, derramándose gota a gota, ha hecho un hoyo en una peña.

Los teólogos llaman perseverancia a la permanencia en el estado de gracia y amistad con Dios. Si no se dice lo contrario, se entiende que duro hasta la muerte, aunque a veces se expresa claramente esta circunstancia llamándola perseverancia final. La perseverancia es puramente pasiva en los niños bautizados que mueren antes de llegar al uso de la razón, pero es además activa en las personas que tienen uso de razón y conservan su estado de gracia con la práctica de buenas obras.

Acerca de la perseverancia, erraban los pelagianos que creían posible obrar bien toda la vida sin ningún auxilio sobrenatural, y los semipelagianos creyendo que el hombre, una vez justificado, podía perseverar por si mismo. Su error provenía de que no acertaban a comprender que de otro modo quedasen sin menoscabo la libertad humana y la justicia o bondad divina. San Agustín defendió contra esos herejes la doctrina católica.

«Si alguien dijese que el hombre justificado puede, sin especial auxilio de Dios, perseverar en la justicia recibida, o que con él no puede».

Esta se halla condensada en dos canones del Concilio Tridentino correspondientes a la sesión 6. «El canon 16 dice: Si alguien dijese que tiene absoluta e infalible certeza de que logrará el gran don de la perseverancia final, a menos que los haya sabido por «especial revelación».

En primer lugar la perseverancia es un gran don de Dios, pues de El depende que tenga el hombre las gracias con que de hecho ha de perseverar y que la muerte le llegue cuando se halla en estado de gracia, de lo cual se sigue la eterna bienaventuranza.

En segundo lugar, la experiencia propia o ajena de la fragilidad humana impide tener certeza de que uno resistirá las tentaciones de todas clases que le pueden sobrevenir, a menos que Dios, a quien nada está oculto, lo manifieste.

El auxilio especial que, según el Tridentino, se necesita para la perseverancia, consiste según algunos teólogos, en las gracias actuales con que el hombre de hecho ha de perseverar, y, según otros, en las actuales con que se puede obrar bien en cada caso particular, pero lo más probable y seguro parece ser que consiste en algo más (por ejemplo, aumento en las gracias a disminución en las tentaciones) que no se debe al justo sólo por serlo, ni se le da sin que lo impetre de Dios con oraciones y obras de obligación, y gracias a lo cual es posible aun moralmente no sólo obrar bien, en cada caso particular, sino en toda la serie de ellos. Tratan de esta cuestión los principales teólogos que han escrito acerca de la gracia, es clásica en la obra de San Agustín, el don de la perseverancia.

La felicidad depende de uno mismo, aunque la vida no cambia de pronto radicalmente, uno puede mejorar todos los días; con la perseverancia mañana podremos ser mejores.

Cada día sale el sol y la vida sigue y cada día podremos hacer algo más que ayer, proponerse cada día una cosa sencilla, cada día una cosa distinta, con perseverancia consigo mismo, nada esta perdido, todos podemos ser felices.

No nos olvidemos que la vida no es sino un increíble camino hacia el encuentro con nosotros mismos.

Cesa de decirte a ti mismo «soy infeliz», «soy desdichado», «estoy enfermo», «estoy en garras de condiciones y circunstancias de las cuales no puedo escapar», «mi mal no tiene cura», «mis dudas y zozobras imposibles de vencer».

Repite en vez «para dicha y salud fui creado», «en mi el Espíritu de Dios es un todo perfecto», «Salgo victorioso sobre todas las cosas», «No soy débil», «Mi fuerza es inmensa por difícil que sea, puedo y quiero».

Para ti son estas palabras de verdad. Se constante, la cura existe.

Podrás estar sumergido en desesperación profunda, empantanado en una honda tristeza, no puedes ver ni aun un rayo de luz, podrás estar atormentado por muchos temores. Pero hay salud, fuerza, unión, hay luz, hay seguridad y dulce paz, tu mal tiene remedio.

Se consecuente en tu ser.

Tu eres el que ha de elegir tu propia reacción frente a cosas, situaciones y personas, no los hábitos ni su cultura. Si sigues programando, tienes que saber que esa programación es el control del que se vale la sociedad para ponerte sus criterios.

El mundo profano esta siendo controlado, en la medida en que seguimos dormidos, por el consumismo, por la política, por el poder, por el trabajo, etc., etc. Las competiciones han pasado de ser un juego entretenido y saludable a actos de odio. Antes se jugaba por el puro placer de jugar, ahora en el deporte las competiciones se contaminan con el veneno de vencer y elevarse por encima del vencido, y lo mejor del hombre es el amor y no lograr una marca humillando a los vencidos, esto no es perseverancia es ofensa; en una era de adoctrinamiento dejándonos arrastrar por las programaciones, vivir libremente siendo dueño de uno mismo, es no dejarse llevar ni por personas, ni sobre sus decisiones eso es vivir mejor que un rey y saber oír esa hermosa sinfonía de la vida y disfrutarla.

Amado Nervo en uno de sus hermosos poemas de amor de la perseverancia dice:

Cabecita esquiva, cabecita loca, eres roca viva, pero en esa roca plantaré un jardín,

de suave fragancia; si la tierra es poca

mucha es la constancia, mi perseverancia

lograr su fin aguarda!

Mis naves sus velas enjunca, ya vendrá el deshielo

de tu alma glacial, ya! por cada rosa

de tu mano trunca, brotara un retoño,

nacerá un rosal!

¡Derrotado siempre! abatido nunca

yo con sueños rotos

¡abro un ideal!

y así marcharemos hasta que en si día cuajen las ternuras sobre el desamor….

y mi pobre labio

que sólo sabia murmurar  mañana!

clame por fin mía….mía,

la perseverancia siempre da una flor.

La perseverancia en FRANCMASONERIA nos enseña a vivir en armonía, e ir a buscar el bien en lo mas profundo de nuestro ser, oímos en cada una de las planchas de nuestros QQ:. HH:. en las iniciaciones, en las tendidas y otras actividades masónicas de confraternidad, las frases, oraciones donde nos hacen recordar que debemos ser constantes en la amistad, en la fraternidad, en el amor, en la obediencia, en la voluntad, para llegar a alcanzar y ser un buen masón.

Por esta razón, será arquitecto de su obra, quien comprenda estos planes elevando su propia vida con dedicación constante, para el bien de si mismo y para el bien de los demás.

Por: Roberto Benítez Pizarroso

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