Atrio, Lobby, Vestíbulo.
El atrio es la antecámara del templo, y más allá de la sala de los Pasos Perdidos, el Maestro de Ceremonias conduce a los Hermanos con la finalidad de prepararlos para ingresar al recinto sagrado.
El templo, después de ser construido, es consagrado por el Gran Maestro y la Comisión designada, por medio de su propio y muy místico ceremonial.
En el atrio, el Masón medita, renueva sus propósitos de fidelidad a la Orden y, a través del auto análisis, se prepara para la búsqueda de la perfección, dejando pensamientos negativos y abriendo su corazón para amar a sus Hermanos del cuadro.
Esta preparación es un ejercicio que debe repetirse diariamente, ya que cada Masón entra a sí mismo dentro del templo espiritual, donde adora al mayor poder que es Dios y se limpia de los «pecados cometidos», confesándose a sí mismo sus debilidades. y renovando el propósito de ser mejores, dignos de recibir los beneficios de la orden masónica.
Permanecer, aunque sea momentáneo, en su propio templo, fortalece su cuerpo, alma y espíritu.
El confinamiento permanente transforma a la criatura que se agrava diariamente por la negatividad que infecta el mundo profano.
El ejercicio diario es un alimento espiritual permanente.
Breviário Maçônico / Rizzardo da Camino, – 6. Ed. – São Paulo. Madras, 2014, p. 59.