Corpus Hermeticum
Tratado XVIII.-
“Sobre como el alma es obstaculizada por las afecciones del cuerpo”
Saliendo de lo acostumbrado en los tratados del Corpus Trismegisto, este discurso cambia tan por completo la tesitura de los tratados que muchos lo consideran un aditamento de otro origen.
De cualquier manera pertenece al Corpus y está en los manuscritos originales y a pesar de lo florido y retórico del texto, su pensamiento implícito está perfectamente de acuerdo con el resto de los tratados, la necesidad de armonizarse con la luz inteligible y sus virtudes procedentes de lo Alto.
Cuando en un concierto que promete a los espectadores las delicias de una melodía de armonías bellas, un instrumento desafina, el propósito de los músicos cae en ridículo porque cuando el instrumento no logra ejecutar lo que de él se exige, los espectadores se burlan del ejecutante, se vitupera el error aunque incansablemente y con buen talento ofrezca su obra de arte.
En cambio el divino y auténtico músico, que además de obrador de la armonía de la canción, transmite incansablemente hasta el último instrumento, la cadencia de la apropiada melodía, ese es el dios, porque la fatiga no existe para dios, sí el artista ha querido con todo su buena voluntad participar del concurso musical, si previamente el trompetista hizo gala de su ciencia y los flautistas en sus dulces instrumentos produjeron la agradable melodía y por el caramillo y el plectro, dieron cumplimiento a la lírica canción, nadie atribuirá culpa alguna al soplo del músico, ni al supremo, sino que lo admirará y honrará como corresponde y en cambio acusará de avería al instrumento que ha puesto obstáculo a la magnífica belleza, trabado de melodía del músico y privado a los oyentes del agradable canto.
Y así es igual respecto de nosotros que ningún espectador por falla de nuestro cuerpo venga a acusar impíamente a nuestra raza más antes que admita que dios es un soplo incansable que posee siempre la misma ciencia que le es propia y que hace uso en todo y por todo de la misma propiedad y de la misma beneficencia, llevando las cosas al extremo la materia que usaba Fidias, el escultor, no le fue lo suficientemente sumisa como para perfeccionar multiplicidad de su obra.
El cantor pues ha cumplido su parte lo mejor que pudo, no le asignemos a él la culpa, sino a la flaqueza de la cuerda que aflojada o relajada en su tensión desbarató la habilidad del canto, pues bien, dado el accidente instrumental que a nadie se le ocurra inculpar al músico, sino que cuanto antes más le reprochen al instrumento, más alaben al artista y como vean que con regularidad hacía vibrar la cuerda en el tono justo, más aún que se apasionen los oyentes por el músico, y a pesar de todo no le guarden rencor. Oh! Honorabilísimos, también vosotros a vuestra vez afinad vuestra propia lira interior, pues yo mismo he visto artistas que aún sin apoyarse en la virtud de la lira y cuando se ejercitaban en algún noble tema, muchas veces usaban de sí mismo como instrumento musical, afinaban su cuerda con recursos secretos y lograban, trastrocando su habilidad en gloria, el soberbio asombro de los oyentes.
Se cuenta también acerca de un cierto tañedor de cítara, que habíase ganado el favor del dios de la música que al participar de un concurso de cítara, estaba impedido por la rotura de una cuerda. La ayuda del supremo suplicó la cuerda y le concedió la gracia del galardón, la providencia del supremo sustituyó la cuerda por una cigarra que posándose en la citara, completó la melodía de la cuerda faltante y así el tañidor consolado, supera con la salud del instrumento, logró el galardón de la victoria, yo mismo oh! Honorabilísimos, siento que a mí también me ocurre lo mismo porque recientemente me di cuenta de mi propia flaqueza al sentirme débil por un momento y sin embargo por el poder del supremo lancé mi canto como si hubiera sido llenado de lo alto para entonar el canto del Rey por donde la culminación de mi servicio, será para la gloria de él y para su trofeo de victoria, la pasión inflamada de mi palabra, vamos pues por eso adelante, eso es lo que quiere el cantor y vamos, apurémonos, eso es lo que desea el cantor y por eso templa a la lira pues más hermosa será su melodía y más dulce su cantar cuando mayor sea el compromiso al que a su canto obliga , dado pues que el artista ajusta su vida en primer lugar para el Rey y su música es el panegírico y su objetivo la alabanza real, lo primero que hace es impulsar su alma hacia el altísimo Rey del universo , el buen dios y comenzado el camino desde lo alto , desciende después con orden hasta el que como imagen de aquel, gobierna el cetro, pues agrada a los miembros reyes este camino descendente de lo alto al inferior y que de allí, de donde les fue concedida la victoria, procedan en justa consecuencia las esperanzas.
Que así pues el músico se vuelva hacia el Rey grandísimo dios del universo que es siempre y en todo inmortal eterno y eternamente emperador, primer glorioso vencedor de quien luego los herederos de la victoria logran sus victorias, es a esa alabanza a la que ahora desciende nuestro discurso hacia los reyes árbitros de la común paz y seguridad a quienes el supremo dios ha llevado a la cima de la autoridad máxima y absoluta desde hace largo tiempo a quienes la diestra de aquél, condujo a las logradas victorias para quienes fuera dispuesto el premio del combate antes de que se viera la supremacía en la guerra, cuyos trofeos estaban analizados antes de entrar en batalla para quienes la realeza estaba preparada de antemano y más aún el predominio en todas las cosas , quienes ya antes de ponerse en marcha, los ejércitos pasmaban al bárbaro.
Pero el discurso se apresura a concluir como había comenzado y pasa a bendecir al supremo para terminar después con el elogio de los divinos reyes que son los árbitros de nuestra paz, por lo tanto así como el exordio fue la alabanza del supremo y del poder de lo alto, la conclusión como un eco se volverá de nuevo hacia el mismo supremo como el sol que nutre los renuevos germinales de todas las plantas, es el primero que cosecha las primicias del fruto con las inmensas manos, sus rayos que emplean para acogerlos porque sus rayos son sus manos que recogen las primeras, la dulcísima ambrosía vegetal, así también nosotros de quien es el supremo, es el principio que hemos recibido la sabiduría que de él emana y la consumimos como alimento de las plantas supra celestes que son nuestras almas, Así pues ejercitémonos de nuevo otra vez en bendecir lo que él nos retornará abundante rocío y lluvia para toda semilla.
Es conveniente pues que miríadas desde bocas y voces alcemos una alabanza bendita al dios íntegramente puro y padre de nuestras almas, aun cuando nuestras alabanzas no sean apropiadas a su dignidad porque nada que digamos puede alcanzarla. Ni los recién nacidos pueden honrar dignamente al padre, pero cuando las fuerzas se lo permiten cumplen el deber, y a cambio logran la indulgencia paterna y con razón eso mismo es gloria para dios ser mejor y más grande que su prole y que el exordio, el principio, el medio y el final de nuestras alabanzas sea reconocer el poder sin límite y la infinitud ilimitada del padre, porque a nosotros corresponde alabarlo, los hombres que por naturaleza somos como sus descendientes aunque no sea preciso solicitar su indulgencia lograda casi siempre antes de pedirla, porque así como un padre no puede abandonar a sus pequeños recién nacidos por estar incapacitados para todo, pero se alegra el ser reconocido por ellos así con iguales resultados, obra el conocimiento del todo que nos confiere, a todos, la vida en la alabanza de dios que son concesiones suyas, dios pues bueno y siempre resplandeciente que sólo en sí mismo tiene el límite de su eterna excelencia que es inmortal que circunscribe en sí mismo lo perfectísimo suyo y que es un eterno fluir hacia éste nuestro mundo de la energía que hay allá que nos ofrece la promesa de una alabanza que libera, por consiguiente , allá no hay diferencia entre unos y otros, no hay inconsistencia, allá uno es el sentir de todos, una es la previsión de todos, una es para todos la mente, el padre, una la conciencia por la que todos obramos, uno el encanto mutuo del amor operador de la única armonía de todas las cosas.
Así es pues como alabamos al dios, pero luego descendemos hasta los que han recibido de él el cetro. Es justo pues que comencemos por los reyes y de ellos nos ocupemos, que nos preparemos para el elogio y cantemos piadosos himnos al supremo y que el comienzo inicial de la alabanza se le dedique, que nos ejercitemos aún más por él, para que esté en nosotros la práctica de la alabanza a dios paz, la hija de la piedad a dios, y la alabanza en honor del Rey, porque nada hay más justo que otorgar recompensa a los que desplegaron por nosotros, una tan grande paz de virtud del Rey y su sobrenombre confieren la paz.
Porque al Rey Basileus se lo llama Rey, porque con leve poder Basileia , ejerce el poder supremo y por la paz extiende los decretos y porque nació para triunfar sobre el dominio bárbaro, su solo nombre es símbolo de paz.
Por eso mismo con frecuencia es suficiente nombrar al Rey para contener a los enemigos de inmediato y comúnmente las estatuas del Rey son refugio de paz para los que soportan el rigor de una tempestad, y ya la sola aparición de la imagen del Rey produce la victoria y concede el asilo a los que a ellas se acogen de lo inflexible y de lo que lastima.
En el intermedio de los tratados pertinentes, vislumbrarás las asombrosas manifestaciones hechas y labradas con armoniosa expresión del alma, verificaras, sentirás y agregaras tu propia obra labrada con el cincel de la pasión de verte en tu obra, las transacciones internas que día por día ejecutas, para satisfacer tu presencia en el albor de la naturaleza con la menguada intención de intentar, mejor, pretender ser parte de lo que los días te muestran cuando recorres con tu mirada las vibraciones ejecutadas por doquier, por aquella vida invisible, impalpable y que solamente tu intención de ser parte, mueve tus entrañas y sientes la melodía precisa que buscabas.
No dejes en la penumbra a quien es tu compañía eterna y clama por ser Tú, para hallar en otra vibración la dulzura de la excistencia que buscas incansablemente, pues al proporcionarle la posibilidad, te encontrarás en el recorrido largo sendero y estando en camino medio serán Tu y quien te llama, un solo ser viviente y esplendoroso al descubrir el velo, para turbarte con la Luz blanca y reluciente que ilumina el alma.
AMARTAPA