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HOMBRE EN TUS MANOS ENCOMIENDO TU FUTURO (Cuarta parte)

Cuando comenzamos a tratar el tema del dominio, algunos capítulos atrás, destacábamos el hecho de comprobar que la irrupción de la tecnología en la vida de la sociedad; la prolongación del tiempo de existencia y el mayor desarrollo del hombre; el avance científico jamás experimentado antes; contrastaban con el afán de subyugar, de dominar a los demás, una actitud primitiva, elemental y básica de éste.

Ahora es pertinente recordar esa parte, para contextualizar el contenido de este artículo. El “Hombre Dominante”, como lo habíamos denominado, en una etapa superior de la humanidad, libra la más importante batalla, por la aspiración de dominar a sus congéneres, los demás seres humanos, que sienten ese deseo, esa decisión, extraña para la realidad actual, como la fuerza amenazadora, de una voluntad, que pretende imponerse y sojuzgar a los demás.

Al menos es sorprendente que en esta época, cuando:

  • Las nuevas situaciones, conocimientos y descubrimientos, habían de una transformación tanto del individuo, como de la familia y la sociedad;
  • La relación humana, comprobadamente, evoluciona cada vez más, hacia la comprensión, entendimiento, tolerancia, es decir, a un nivel superior de vida.
  • El sentido común, la conveniencia del bien general, son las mejores señales y argumentos de una sociedad en proceso de evolución.

Este deseo ojalá se cultive en mentes y voluntades, pocas, pero decididamente activas y comprobadamente violentas y terroristas para imponerse. 

Además, tómese en cuenta que, en el mundo, en el contexto de esos ámbitos favorables antes señalados, se producen avances políticos significativos tales como la consolidación de las uniones comerciales, políticas continentales; los países dejan los sentimientos nacionalistas y hablan en términos de humanidad y libertad de acción; las naciones, hasta entonces víctimas del totalitarismo, se acercan a las democracias de estilo occidental y asumen el sistema con diversos grados de éxito, pero con total convencimiento que la nueva situación es mejor que la anterior. La muestra de esto es, que 40 años después, esas antiguas poblaciones víctimas, de las que quedaban seguramente pocos sobrevivientes, deciden mayoritariamente que tales ideologías y prácticas políticas, son proscritas de la realidad de esos países. Otra, aunque no se descarta el oportunismo y la insinceridad, los dirigentes de esos países, antes opresores, desahucien el retorno al viejo sistema por su inutilidad.

En el ámbito de la salud, las enfermedades mortales y masivas son controladas y las nuevas rápidamente investigadas. Las vacunas reducen el riesgo de morbilidad y mortalidad. Las técnicas médicas y quirúrgicas han mejorado mucho, tanto que las intervenciones cuentan con auxilio de tecnologías de análisis, investigación, detección e inclusive intervención, parcialmente robotizada y automatizada.

Las mejoras en los medios e índices de educación son sorprendentes. La educación remota ya es una realidad, mucho más utilizada, en la cuarentena mundial, por la pandemia del siglo, el COVID-19. La instrucción educativa, se está universalizando. Los tradicionales países líderes en la educación de sus poblaciones que predominaron en el siglo pasado, continuaron mejorando la instrucción, pero han cedido puestos a otros del continente asiático, más pequeños, muy productivos, sumamente ordenados y organizados, incentivadores de la excelencia y buena conducta en su población. Los países nórdicos, han revolucionado sus sistemas de tal manera, que sus estudiantes, son los que liderizan conjuntamente los del Asia, los resultados de las pruebas PISA, que mide la calidad de la educación escolar. Hay plena conciencia que la educación buena es el éxito futuro seguro de los países. Sus resultados no son inmediatos, pero son eficaces y la respuesta segura para asegurar un mejor porvenir para los ciudadanos.  

El peligro y riesgo de una confrontación militar se redujo grandemente y el enorme gasto militar de ese entonces, se reoriento más hacia la sociedad y humanidad. Los países productivos se beneficiaron significativamente por estar mejor preparados para la coyuntura favorable; los retrasados recibieron también el beneficio, pero en proporciones mucho menores, a causa de su insipiencia competitiva y de conocimientos principalmente.

Las pobrezas continentales fueron mejor atendidas especialmente con recursos frescos, reduciendo los altos niveles anteriores. El mundo se globalizó y las realidades de un punto a otro fueron mejor conocidas y en tiempo real. Era un tiempo favorable para todos, Para unos, más inmediatos que para el resto, pero cabía la esperanza y sobre todo el convencimiento, que se podía, pero dependía del esfuerzo de cada cual. 

Evidentemente, nadie, en su sano juicio, entendía que se alcanzó lo máximo; pero en el mundo cundió el alivio, por superar el riesgo y peligro latente del enfrentamiento, la conflagración, el peligro de la demencia atómica que tan irresponsablemente demostraban unos y otros como advertencia al del frente. Era el tiempo de atender lo importante, la humanidad, desde lo básico, salud y educación, vivienda y trabajo. La superación intelectual y social del hombre es clave para el desarrollo de la humanidad.

Fue notorio que los comprometidos con el totalitarismo, con velocidad asombrosa, cambiaron de ambiciones e intereses y demostraron su gran eficiencia moral y sobre todo inmoral para hacer riqueza mejor y más rápido que los habitantes de las democracias, quienes, trabajando en el tiempo, tenían sus logros, pero resultaron modestos, en comparación a los alcanzados por los que recién llegaban al nuevo sistema y se estrenaban en él, con grandes fortunas conseguidas en el sistema contrario, que condenaba la acumulación de riquezas. Una paradoja.  

Ciertamente había mucho todavía por hacer y superar, que no es tema de este artículo, pero, al menos, el voluntarismo personal o de un pequeño grupo que imponía, la idea imposible o impracticable, pero fijada a cualquier costo, así sea prisiones, destierros, confinamientos, asesinatos, muertes, había caído.

La dictadura y el totalitarismo se desmoronaron por sus propias contradicciones, incapacidades y debilidad. Quienes tenían que durar 1000 años, o el régimen que era el paraíso de la humanidad, concluyeron vergonzosamente sumidos en la derrota social, moral, política e histórica de los imperios que crearon y subyugaron a territorios y poblaciones importantes del planeta.

Si cayó el baluarte, se suponía que los satélites se desmoronarían sucesivamente como una consecuencia indiscutible. Había experiencia histórica antigua y reciente de ello. Sucedió en los acontecimientos de la primera mitad del pasado siglo, pero no en el de noviembre de 1989. Uno de los vasallos demostró más astucia que sus ex protectores y también adversarios, y sobrevivió a la contrariedad pese a todo pronóstico negativo. Su voluntad de existir; la inoperancia e incompetencia de sus contrarios; la atención mundial a las exigencias de la humanidad antes que, a los residuos del régimen caído, crearon la situación propicia para incubar lo poco que quedo y fortalecer nuevamente la sed de dominio, bajo nuevas estrategias, de debilitamiento, al contrario, desechando las antiguas de confrontación entre potencias.

Se revelaba el nuevo “Hombre Dominante”, dibujado completamente, con el pincel de sus nuevas formas de imposición, con sus méritos ganados en un escenario adverso que apostaba por su caída inminente y su sobrevivencia y predominio en una zona fuera de la vieja Europa. Su actividad en ese momento era más de impacto exterior que local. Este ya lo había completado desde 1959, a sangre, bala, terror, violencia y retorica al mejor estilo de su difunto y simpatizado régimen caído. Pago el costo histórico, social y político que, entre otros efectos, origino un enorme éxodo en el tiempo, que latinizó en gran medida al país cercano. Al presente ya tiene al menos tres generaciones que no conocen otra realidad que la experimentada. Tuvo éxito en aplicar sus procedimientos de dominio y se ganó respeto o indiferencia de la sociedad de naciones. Ahora tiene una característica más, seguridad.

El Constructor

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