¡Ah! ¡Los problemas! ¡Cómo los hablan y comentan todos los que pasan por ellos! ¡Cuántas molestias y contratiempos!
Pero, muchas veces olvidamos que solo existen porque son para nosotros incomprendidos, porque pensamos que solo parecen molestarnos y hacernos infelices, y llegamos a creer que «cuantos más problemas tenemos, más infelices somos».
No es así. Los problemas, como todo en la vida, tienen un lado negativo y otro positivo. Fuerza el movimiento de las energías que nos impulsan hacia la solución y el progreso, así como las hélices de un avión que enfrenta la resistencia del aire y las turbulencias, haciendo que el avión siempre avance.
Así que no te apegues demasiado a los problemas. No nos hagamos pequeños ni reduzcamos nuestra alegría, bondad y esperanza por ellos. Cada problema es tan grande como lo consideramos. Entonces, ¿por qué lo sobrestimamos? Ante nuestra capacidad, es él quien se hace más pequeño.
Lidiar con un problema es como lidiar con nosotros mismos. Si avanzamos en la confianza que tenemos en nosotros, por pequeño que sea ese avance, produciremos suficiente cambio en la forma en que vemos y resolvemos este problema. Y se solucionará, porque somos fuertes.
Entonces, no nos dejemos llevar por la desesperación y la desesperanza solo porque momentáneamente no vemos la solución. Seamos pacientes y con mucha fe, pidamos y confiemos en la Bondad Divina y todo se resolverá.
Aprovechemos, con mucha alegría, este dia que Dios nos concede, para ser más felices con todos los que nos rodean, con la certeza de que un problema superado es siempre una lección más aprendida.
¡Un abrazo!