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CELO, FERVOR Y CONSTANCIA

Quisiera decir que nada es “Casual” todo es “Causal”, que todo lo que existe está llamado a cumplir con una función, es por esto que todo simbolismo tiene un significado, una razón de ser y toda acción su función.

Por eso empezaremos por entender la palabra “celo” y tratar de entenderla.

Celo, es el cuidado, esmero, interés que uno tiene para llevar a cabo sus deberes o lo que tiene a su cargo.

Es por esto que cada iniciado antes de conocer los secretos que le serán confiados es que jura protegerlos con la vida antes de revelarlos, ahí encontramos el significado del “celo” para nosotros.

Citaremos ahora las palabras de Alber Lantoine “…. Está en la natura del hombre la necesidad del misterio. Ya en la niñez, es un testimonio de amista al hacer una confidencia. En las palabras ¡quieres que te diga un secreto? Se siente, indudablemente, la necesidad de una solidaridad y tal vez la búsqueda de una complicidad. ¡También orgullo! Es evidente que no se desea divulgar a todos una verdad que se guarda celosamente, pero no causa desagrado el hacer saber que ella existe y que se la tiene. Con ello se manifiesta un privilegio…”

Ha sido tan natural que mientas se leen estas palabras quién no se acordó del secreto que conto a su mejor amigo? Y esperamos que este lo guarde con el mismo celo con que lo guardamos nosotros mismos.

“Fervor”

Dice “Sentimiento intenso de entusiasmo y admiración hacia alguien o hacia alguna cosa”.

Igual que el anterior es importante tener el fervor vocacional, el masón debe identificarse con la orden, y la primera condición para ello será una constante observancia al ritual. Esto ayuda a entender  y descifrar lo que en realidad nos motiva el estar entre nosotros. Como consecuencia a esa gestación de conocimientos, devendrá el cumplimiento celoso al juramente que realizamos al iniciarnos cada uno de nosotros.

“Constancia”

“Voluntad inquebrantable y continuada en la determinación de hacer una cosa o en el modo de realizarla”.

Citaremos a Benjamin Disraeli, famoso político y literato inglés, que en uno de sus discursos pronunciados ante la Cámara de los Comunes dijo, “El éxito se logra cuando hay constancia en el propósito para el cual hemos sido llamados”.

Para Disraeli y para las personas que pensamos en el triunfo quiero decirles que el secreto del éxito se encuentra en el esfuerzo y al determinación de nosotros mismos en lograrlo.

Ahora si juntamos las tres palabras “Celo, Fervor y Constancia” que estas tres palabras están en todos lados de nuestro catecismo de Maestros Masones, sea cual sea el rito que se considere.

Dice en nuestro ritual. “… Ya que la palabra sagrada se ha encontrado, ¿Qué nos resta por hacer? – trazar los planos que deben servir de modelo a los Compañeros, responde el Primer Vigilante – ¿Con qué debemos trabajar? – Con lápiz, barro y carbón – ¿Cuál es el significado de estas palabras? – CELO, FERVOR Y CONSTANCIA…”.

Empecemos con la palabra Lápiz.

El lápiz, en razón de las cualidades que le son inherentes como materia nos sirve para trasladar y fijar en el papel las ideas que nuestra inteligencia crea, como más atendibles o conducentes para la mejor realización de la maestría. Podría objetarse, claro está, que para lograr también este cometido, bien pudiéramos utilizar cualquier otro material (tinta, fijador, etc.), pero no debemos olvidar que el lápiz, tal cual es, tiene la singularidad virtud de que acepta cualquier rectificación que necesitáramos efectuar. Así también sabemos que como debe ser el masón, sus procedimientos y sus juicios, así debe ser su obra. Nuca parcial o unilateral, si no siempre sujeta a la rectificación consciente por cuanto bien sabe que nada hay estable en el conocimiento, que nada hay que no admita evolución y que lo uno que se mantiene fijo e inalterable a las sugerencias de la ciencia y del estudio es la materia que detiene o el dogma intransigente que enceguece a la conciencia.

Lápiz es, entonces el objeto que nos permite imprimir el pensamiento y dejarlo impreso, para que otro ser humano pueda también leerlo, pero sabiamente necesitamos estar consiente que para ser escuchados precisamos tener conciencia de saber escuchar y entender. El masón sabe que su palabra puede exponerla en cualquier parte, que por su palabra será siempre reconocido como justo, pero el verdadero masón también sabe que ha de estar siempre presto a rectificar su acción y su juicio cuando sean otros y no el quienes tengan la razón o la justicia.

El lápiz de otra parte, nos indica mesura, suavidad tacto.

No debemos olvidar jamás que si bien nuestras palabras o nuestros hechos tiene un valor positivo que atrae voluntades, otras veces pueden tenerlo negativo y de destrucción: todo reside en el buen uso de la mesura y del tacto con que nos manejamos. Tener taco es pues queridos hermanos, poseer agilidad mental, discreción y comprensión.

Veamos ahora que nos sugiere la palabra Barro.

Que podríamos darle dos significados, por una parte como materia y por otra que con el podríamos realizar una construcción. La misión de la orden y del masón en particular es construir y no tanto para si como para los demás. El hombre es, pues, un constructor de si mismo y de su propia naturaliza de constructor expresando en la misma, por medio del arte o de la capacidad adquirida con sus experiencias, concebida por su inteligencia. “la vida en si misma dice el Manual del Compañero, puede y debe considerarse sobre la materia bruta o inerte con la cooperación de todas las inteligencias de todos los seres consciente o inconscientes, cada uno de los cuales, busca una expresión apropiada a su naturaleza interior que debe elevarse constantemente en la medida de ésta. Vemos así que el masón construye con una determinada adecuación, como un mínimum de conocimientos, pero que éste se va ensanchando en la medida en que por su voluntad e inteligencia se adentra en el Arte Real que la Masonería significa. Lo anterior sea dicho en cuanto a la idea de construcción, veamos ahora el contenido conceptual, en cuanto a material. La piedra es el principio básico de toda labor de construcción, modelarla, pulirla y cubicarla es la tarea fundamental de la orden y de los Maestros responsables que la dirigen y la hacen.

En la construcción simbólica e ideal de la masonería los materiales a usarse son materiales humanos expuestos como tales a las flaquezas y debilidades propias del hombre. Disciplinarlo, encauzarlo, guiarlo es el trabajo del Maestro, pero sin olvidar jamás que esta tarea debe efectuarla en virtud de principios también humanos y los que ya vienen formados de la casa. El Maestro Masón nunca, por ningún motivo, debe olvidar esto y debe si tener siempre presente que para el mejor logro de su misión ha de usar como verdadera prudencia el discernimiento y el sentido común, el cual es el menos común entro nosotros. El espíritu de la cooperación y de la solidaridad debe regirnos siempre en nuestras relaciones con los hermanos Compañeros y Aprendices, porque estos conceptos en su pureza verdadera sostienen el otro postulado o principio grande de la Institución el de la Fraternidad.

Veamos ahora que nos dice la palabra Carbón.

El carbón por adecuación de ideas nos dice llama, luz, calor, el hombre liga todos sus afectos al calor de la amistad, a la llama del amor. Y estos sentimientos forman el hogar, la familia, sus instituciones y por tanto la sociedad entera.

Al abrigo del calor es que los sentimientos internos de nuestro ser pueden crecer y florecer. El calor es vida, es ternura, es bondad. Nadie medianamente inteligente podría negar la mutación visible que se operó en el hombre desde el día en que apoderándose del fuego llevo el calor a la fría caverna y con ella trajo la luz, la cual permitió ver dentro de ella. Pero no es solo luz material la que se precisa, también es menester de la luz del entendimiento, de la luz que permite discriminar y aplicar justicia. El verdadero masón debe ser un hombre justo, debe ser juez de sus propios actos, pero no debe ser un juez implacable y riguroso, si no que por el contrario, debe ser un juez ecuánime y bondadoso. Luz y Calor, es decir, estar inspirado con grandeza de ánimo y con verdadera elevación del espíritu. Carbón es entonces, serenidad y magnanimidad.

Finalizando Lápiz, Barro y Carbón son dan la pauta de la forma en que personalmente ha de trabajar siempre el Maestro Masón, esto es con celo, fervor y constancia o lo que es lo mismo, con diligencia, mística y desinterés, cualquiera que sea su nombre representara siempre aquellas cualidades dinámicas que invitan a la acción fecunda y enérgica al movimiento regular y preciso, a la faena continua y tenaz ausente muchas veces en las tareas masónicas, pero también nos dice que los Maestros, al servir de ejemplo o al trazar los planos o ideas madres que han de moldear a los Compañeros y Aprendices, deben poner siempre en sus actos el sello de la Tolerancia, Fraternidad y Justicia. Y quien con estos actos actué tendrá su justo título de Sublime Maestro Masón, porque junto con cumplir con eficiencia su tarea creadora habrá además, contribuido a cimentar en la mejor forma la unidad espiritual, permanente y verdadera de la Francmasonería Universal.

Es cuanto P:.M:.

R. G. A.

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