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MASONERIA ESPIRITUAL

En Junio de 1717, se produjo el punto de inflexión que marcó el cambio de la Masonería Operativa a la Masonería especulativa. No fue un instante histórico el que produjo el cambio, sino un largo proceso que encontró en aquella fecha una circunstancia histórica que marco el cambio.

La Masonería Operativa, aquella que dedicó sus esfuerzos a la construcción física de Catedrales y ciudades languideció bajo el influjo creciente de la Masonería Especulativa, aquella que comenzaba a dedicar sus esfuerzos a la magnífica construcción integral del hombre.

Quienes vivieron ese proceso, ciertamente tuvieron la oportunidad de sentirlo en todos sus detalles, pero sin duda que no lo han debido hacerlo así, porque los procesos históricos se analizan en sus detalles solamente cuando ha pasado un tiempo considerable de su ocurrencia. Más aún si nos situamos en aquella época en la que los medios de comunicación al menos eran lentos.

Ese importante hecho de 1717, marcó el cambio en los afanes de los masones. De la dedicación al trabajo manual, se pasó al trabajo intelectual y emocional. No es cierto, sin embargo, que en la Masonería operativa los masones se dedicaban solamente al esfuerzo físico, pues en esas corporaciones de constructores, también se produjeron las semillas y posteriormente los frutos de una sociedad perfectamente organizada que, alrededor del trabajo operativo, creo un crisol de cultura, valores y principios que hacían de las vidas de sus miembros una elevada expresión de fraternidad y solidaridad.

La Masonería especulativa, con más de 300 años de vida ha producido también magníficos resultados. De nuestra Orden han surgido los grandes acontecimientos que han marcado la historia de la humanidad. Nuestra Institución ha incentivado el mejoramiento gradual y constante de los hombres que la componen y los ha impelido a manifestar su evolución en la sociedad en la que viven. Las divisas de Libertad, Igualdad y Fraternidad, dieron la fuerza necesaria para transformar la vida de muchos países y comunidades y vencieron a sus enemigos naturales.

El cultivo incesante, formidable e irreversible del intelecto y de los sentimientos han hecho de la Masonería el reservorio más importante del poder humano de transformación positiva.

Actualmente en el 2020, nosotros, privilegiados miembros de la Masonería, tenemos ante nuestros ojos el desarrollo de un nuevo proceso, aquel que está marcando el cambio de la Masonería Especulativa a la Masonería Espiritual. Sin embargo como nuestros antepasados de 1717, no solo no le prestamos atención y menos esfuerzos, sino que hasta a veces la ignoramos.

La Masonería está caminando de la tarea emocional e intelectual, a la tarea de encuentro con la Divinidad, reconocida en cada uno de los seres humanos. La Masonería está marcando otra vez, la dirección del camino de la humanidad. Está liderando el último tramo del camino de evolución, que con tanto afán busca el hombre.

No otra cosa se puede concluir de los cambios que se están produciendo en el mundo respecto de la solidaridad entre los seres humanos, que cada vez más se están reconociendo como hermanos, como provenientes de un mismo Origen,

Sin embargo de estas señales positivas que se pueden apreciar en todos los campos de la actividad humana, también están surgiendo con vehemencia las fuerzas negativas contestatarias que pretenden detener la evolución. Todo esto en el ámbito general como en el particular.

Cotidianas son las expresiones “el mundo está en crisis”, “que complicada que se ha vuelto la vida”, “todo es un caos” y hoy esto es una realidad casi innegable por la situación que estamos viviendo. Expresiones que no hacen sino transmitir la visión unidireccional del observador que se contenta con solo mirar lo negativo.

Lo positivo es abrumadoramente más importante. La solidaridad se está manifestando en magnitudes nunca antes vistas. El desarrollo integral humano – con el componente de la Divinidad – está ganando terreno a pasos agigantados. Las empresas están iniciando de manera abrupta el camino de la inversión consciente. Los sistemas para mejorar la calidad de vida de las personas están en emergencia buscando con la rapidez posible retomar su tarea en medio de la emergencia. La religiosidad de los seres humanos de pronto se esta develando no en el misterio sino en la realidad y en el fuero interno de cada persona y lo esta haciendo de manera incontenible.

Parece ser que solo hace falta ver con mayor atención. Este macrocosmos de acontecimientos se reproduce con exactitud en el Microcosmos de nuestra Institución, en la que en la actualidad – en todo el mundo – se están produciendo conflictos entre la separatividad destructiva y unidad positiva del bien común. La virtud está librando su mayor batalla contra el vicio. La intrascendencia está esforzándose por sepultar los esfuerzos de la construcción de una vida con significado profundo. La luz está siendo atacada por la oscuridad en forma palpable.

Ese es el preámbulo… ese es el umbral que marca el ingreso al tiempo de la masonería espiritual. Al tiempo en que los hermanos reconozcan activamente que tienen un esencial componente espiritual – proveniente de la Divinidad – que los ha guiado siempre y que ahora debe manifestarse con mayor fuerza para lograr el objetivo final de la Masonería: La Humanidad Fraterna.

Cada Masón, siente en la actualidad una desazón intensa. Le parece que su labor es vana. Siente que su esfuerzo es esteril. No encuentra el enfoque para sus desvelos. Esa es la crisis… Es el tiempo del cambio.

Es hora de mirar el nuevo amanecer, ese que nos coloca trabajando con el Espíritu para desde el proyectarnos hacia los otros niveles de manifestación natural del hombre.

Estamos iniciando el tiempo de acercamiento al Espíritu, a la esencia de la vida. Nuestra orden está basada desde sus lejanos orígenes en: Amor Fraternal, Socorro y Verdad. Estos pilares han tenido su significado en cada etapa de la Masonería. Hoy en el ingreso a la etapa de la Masonería Espiritual, cobran nuevo significado: Amor Fraternal inspirado en el Amor que la Divinidad nos dona como el Poder transformador; Socorro en la forma de la Solidaridad solo propia de quienes se reconocen como Hermanos y Verdad como aquella luz que emerge de la Divinidad para revelarnos el objeto de la Vida.

En 1717 dejamos las herramientas del trabajo manual para tomar los instrumentos de la labor intelectual especulativa.En 2020 estamos comenzando a dejar esos instrumentos para tomar los de la espiritualidad reflejada en la humanidad.

Si aún no nos sentimos tocados por la necesidad del cambio, al menos es positivo reconocer que está ocurriendo y que se está manifestando por medio de la aparente crisis generalizada en que nos sentimos y hallamos sumergidos. Si ya hemos percibido este cambio, es necesario trabajar por acelerarlo para que sus resultados se manifiesten con mayor rapidez e impacto.

La Masonería nos ha dado todas las enseñanzas necesarias para hacerlo. Hemos sido, somos y seremos obreros de la Magna Obra. Hoy esta labor está ubicada en la espiritualidad.

Parecería, hasta aquí todo muy abstracto. Felizmente la sencillez de Quien marcó un cambio largamente más trascendental en la humanidad, nos indica con claridad que trabajar desde la espiritualidad es muy simple: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, en la acción cotidiana, en la vida sencilla de cada día, en la realidad del presente, en lo innegable del aquí y el ahora.

Si va a quedar en la Masonería Espiritual una Palabra Sagrada – guardando nuestras más caras Tradiciones – con certeza esta será AMOR.

Si la Masonería Operativa exigía de sus adeptos exactitud y precisión en sus trabajo, la Masonería Especulativa rigor, disciplina y perseverancia en sus afanes, la Masonería Espiritual exige AMAR en plenitud para culminar la Excelsa Obra del Templo Universal.

Estamos en las puertas de un nuevo Templo, el del Espíritu. Solo nos resta llamar a sus puertas, ingresar en él y desempeñar el trabajo asignado: Amar sin condiciones, Amar en la acciòn.

Aristides

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