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Germán Retana: Para arriba o para abajo, ¡no hay más!

COLUMNA LIBRE 

Germán Retana: Para arriba o para abajo, ¡no hay más! 

La vida es una conquista diaria. En sus diferentes facetas, personas, equipos, instituciones y empresas tenemos dos posibilidades: evolucionar o involucionar. Estancarse es retroceder en tanto la competencia avanza. Y bien, ¿qué permite ir hacia delante y aspirar a obtener resultados crecientes? Los siguientes pilares no son absolutos, pero podrían dibujar la dirección actual y sus posibles efectos. 

Humildad y sensatez. Crecen quienes renuncian a la idea de poseer el monopolio de la verdad, los que, aun siendo los mejores, reconocen que otros se preparan para superarlos. Los que no cruzan la delgada línea entre el sano orgullo y la arrogancia: ―Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría‖, señalaba Salomón. Avanzan quienes se percatan de que presumir no es una opción para alcanzar propósitos superiores. 

Reto y riesgo. Se transforman las organizaciones cuyos líderes toman decisiones audaces, por difíciles que puedan ser. Las que se vacunan contra el conformismo por éxitos pasados y renuncian a estrategias que, habiendo sido efectivas, ahora solo los hacen predecibles ante sus competidores. Bien lo resume Miguel Ángel Cornejo: ―El desafío forma al triunfador y no cabe desafío sin riesgo al fracaso, pues el éxito y el fracaso son un tejido de la misma textura‖. 

Aprender y desaprender. Hay una diferencia entre brincar y saltar. Un equipo puede caer en lo primero, pues los esfuerzos sin meta lo confinan al mismo punto una y otra vez. En cambio, saltar implica pasar de un punto a otro. Sin importar qué tan corta sea la distancia, ir hacia adelante requiere saltar, no brincar. Es dejar atrás algunos conceptos, conductas y creencias; atreverse a capturar oportunidades y a crear nuevas maneras de hacer las cosas para reconducir el camino. 

Potencializar y maximizar. Prosperan las personas, instituciones y empresas que reconocen y nutren sus fortalezas para competir. Aquellas que se comprometen a extraer su potencial sin descanso y no dan tregua a la complacencia. Las que analizan lo actuado, recargan energías y, aprovechando lo mejor de cada miembro, triunfo o derrota, retornan con más fuerza a la acción. Para quienes maximizar es un estilo de vida, la tarea siempre estará inconclusa, no exceden en celebraciones. 

Significado y trascendencia. ―Quien tiene algo por qué vivir es capaz de soportar cualquier cómo‖, indica Friedrich Nietzsche. Cuando los colaboradores de una institución creen en el legado que ésta intenta construir, se apasionan, el trabajo arduo es su norte. Con autenticidad, se identifican con los valores pregonados, así como con la misión y la visión propuestas. Todos ellos abastecen su inagotable espíritu. ¿Se caracteriza su empresa por un alto sentido de trascendencia o su propósito solo alcanza para el autoelogio por el recurso económico generado? 

Nacimiento, crecimiento, madurez, declive y extinción son las etapas del ciclo típico de la vida de muchas instituciones y empresas, pequeñas, medianas y grandes. El abismo de las dos últimas se evita cuando esta se edifica sobre los cimientos arriba descritos, los cuales, más bien, inducen al renacimiento, a la reinvención, a la modernización y al progreso. Esto aplica también a equipos deportivos, a organizaciones y a personas en su dimensión integral, especialmente en el ámbito familiar, laboral y profesional. ¿En cuál etapa se encuentra usted y qué está haciendo para ―ir hacia arriba‖? 

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