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Carlos Cantero: La sociedad del desdén

Columna Libre 

Carlos Cantero: La sociedad del desdén 

La gente quiere ser escuchada. Millones de seres humanos en el mundo reclaman porque no se sienten escuchados, es la queja más frecuente en las relaciones sociales y el estado emocional más referido por las personas. Se observa un evidente desdén en cada dimensión de las relaciones humanas. La élite (económica, política, social, ética, espiritual, religiosa, etc.) parece no tener interés en lo que la gente dice. Es una paradoja que, en pleno desarrollo de la sociedad de redes, en medio de la revolución de las tecnologías de información y comunicación, se incremente en las personas la sensación de incomunicación. 

La idea del desdén tiene el potencial conceptual, analítico y prospectivo, para transformarse en una categoría de pensamiento en la sociedad emergente. No solo está instalada en la élite, también se observa en todos los niveles de la sociedad, alcanzando las diversas dimensiones de nuestra interacción en las relaciones humanas, interpersonales, con el entorno y con las cosas. Esta idea se suma a otras propuestas conceptuales como la Sociedad del Riesgo del filósofo Alemán Ulrich Beck, la Sociedad líquida del polaco Zigmunt Bauman, o la Sociedad de Redes del español Manuel Castells, entre otras ideas-fuerza que ayudan a entender los procesos sociales. 

Estas reflexiones buscan contagiar, ampliar y activar una fraternidad, para formar una Gran Cadena Universal, que viralice estas ideas con enfoque global, llamando la atención de las personas para cuidar su (tesoro) subjetividad. Protegiéndose de cualquier manipulación, sea desde el enfoque inmunológico, esa lógica de la otredad que rechaza o anula lo desconocido o aquello a lo que teme que se expresa por ejemplo en la política y la religión; o, el enfoque somático, expresión de la mismicidad, ese seudo mimetismo sico-somático que somete desde lo interno al estilo de la droga, terrorismo, cáncer, depresión, ansiedad, etc. 

El desdén, por sus raíces etimológicas, se define como des (negar) y dén del latín dignus, consiste en la negación de la dignidad de otros. Es un síndrome social caracterizado por una actitud de indiferencia o desprecio, muy presente en las relaciones sociales. Pocas personas tienen conciencia del tema: poetas, artistas, humanistas, filósofos y pensadores (fauna en peligro de extinción) guardan preocupación en medio de un contagio masivo de farandulización. Un proceso viral de banalidad ideológica, reforzada por el neuromarketing de los medios, especialmente lo multimedial (redes y TV). 

El desdén se puede dar por mismicidad, aquella familiaridad monótona que anestesia y aletarga una relación; también, al dar al otro o los otros un trato de ente invisibilizado, cuando no se les visualiza ni escucha a la contraparte, actitud que puede extenderse hacia el entorno natural, cultural, espiritual, hacia una persona, un conjunto de personas, la sociedad, el ethos y las cosas. No se trata del odio, ya que no le desea mal al otro; el otro es despreciado sutilmente, sin que constituya una amenaza para el que expresa el desdén, lo que va desde la indiferencia hasta el desprecio evidente. 

El síndrome del desdén se constituye por un conjunto de fenómenos tangibles e intangibles que concurren -unos con otros- caracterizando una determinada situación. 

Se presentan juntos y son característicos de una alteración en el equilibrio, constituyendo un cuadro provocado, en ocasiones, por la concurrencia de más de una alteración, que por extensión lo aplicamos a la sociedad, a las relaciones interpersonales. 

No hay ninguna crisis social, ni económica, ni guerra, ni revolución, que no se haya generado por la concurrencia del desdén. Para una mejor comprensión del alcance, usabilidad y aplicabilidad de este concepto es necesario reconocer los sinónimos que plasman la amplitud del desdén, a saber: afrenta, anulación, arrogancia, altanería, altivez, desaire, desprecio, desestimación, displicencia, encarecimiento, engreimiento, esquivez, humillación, indiferencia, invisibilidad, menosprecio, ofensa, postergación, repudio, soberbia, ultraje. Para vuestra comprensión veamos algunos ejemplos que encarnan este tipo de relación insana: Hitler, Putin, Trump, Kim Jong-un, pero, si se revisa veremos que en cada país abundan genuinas expresiones a nivel nacional, regional y local. 

El Desdén constituye la epidemia de nuestro tiempo, en las relaciones personales e interpersonales (sociales), pero alcanza también a las relaciones con las cosas, los valores, la ética, los sentimientos, las emociones, etc. Se caracteriza por una forma de desprecio sutil, mimetizado, disimulado, fruto del ensimismamiento del ser humano. Se trata de un enfoque ideológico (con expresión política) que promueve individualidad, egocentrismo, egoísmo, que denota la ansiedad de estatus en las personas, la ruptura del sentido de comunidad, un vértigo social que limita la conciencia de las personas, que más que elevar baja la espiritualidad y autoestima. Paralelamente emerge una política de espectáculo, la farandulización de lo público, un civismo en el que las personas valen por su figuración, su propia auto-exposición, aunque en ausencia de contenido exponen su propia intimidad, el morbo, la vanidad, todo lo cual se traduce en una exquisita vacuidad del ser. 

El desdén es una actitud generalizada, lo observamos en las dos principales dimensiones de las relaciones sociales, en el ámbito del Estado y del Mercado; en la política desde presidentes de poderosas naciones, de partidos y bloques políticos, parlamentarios y autoridades; en decisiones empresariales que exponen su desdén ético; en el ámbito del comercio la displicencia por las personas; en el ámbito del trabajador su auto-reduccionismo como objeto transable en las diferentes dimensiones de su vida: sus relaciones y roles familiares, su tiempo y presencialidad; en el ámbito de la religión con la emergencia del neo fundamentalismo; en el ámbito laboral con la precariedad del empleo o la auto empleabilidad; etc. 

En el ámbito espiritual se observa materialismo rampante por doquier, expresado en consumismo y el culto al dinero, gatillante del stress y la debilidad sicosomática por una tendencia predominante hacia el hedonismo, que consiste en identificar (el bien) el bienestar con el inmediatista placer sensorial, que se expresa en el apremio sexual, la orientación hacia el consumismo, la compulsión por la ingesta alimenticia, consumo de drogas y alcohol, la violencia en diversos ámbitos, lo que da lugar al sentido de vacuidad de sentido humano. Este proceso es copulativo, es decir, que se suma con el nihilismo, que niega toda creencia, cuestiona la vigencia de todo principio moral, religioso o sociocultural, inestabilidad que busca constantemente su equilibrio, transformando los límites en amplio borde que induce relatividad, incertidumbre y permisividad. Este asunto de los límites o landmarks es un tema central. 

El desdén se da en la relación, cuando se resta valor a lo que es diferente, distinto, desconocido. La otredad (lo otro) gatilla una reacción instintiva, inconsciente, de inseguridad, rechazo o desconfianza. El propósito del desdén al anular o ignorar al otro u otros, es intentar aumentar el valor propio: el cómo nos vemos, nos ven y queremos que nos vean. Lógica dicotómica de opuestos complementarios que se aplica a todas las dimensiones de las relaciones, emociones, sentimientos y percepciones. Así el ser y el mundo se constituye en una amalgama de tiempo-espacio, unidos, integrados, contenidos. 

El pasado y el futuro fundidos en un presente que fluye en espiral. Un ethos que determina la ética, estética y emocionalidad en cada época, proceso que impacta profundamente en la sociedad, en las relaciones, alterando las instituciones más tradicionales. Así ocurrió con el paso desde la sociedad agrícola hacia la sociedad industrial, lo que acarreó rupturas en los lazos sociales, en la forma de entender la comunidad, el rol de los gremios, la familia, la iglesia, la forma de vivir, de producir, la recreación, el uso de los espacios, el proceso de urbanización o de migración campo ciudad, etc. 

Ahora, el paso desde la sociedad industrial a la sociedad digital, implica profundas transformaciones de las que somos testigos y protagonistas, cambian múltiples dimensiones de la vida en sociedad, a ello que se suma una revolución en las dimensiones temporo-espaciales, al tiempo analógico se agrega el tiempo-espacio virtual y/o digital, impactando la vida de millones de seres humanos. Proceso que enfrentamos desde la improvisación, sin una estrategia que oriente la adaptabilidad a la sociedad que emerge. 

El concepto del desdén, como analogía entre lo biológico y lo social, se comporta como lo hace la temperatura o la inflamación en el organismo, reacciones autoinmunes para la defensa que puede ser de origen externo, como una lesión o infección, o interna generada por el organismo como reacción autoinmune. Este indicador permite suponer la existencia de una dolencia, de un cuerpo extraño, infección o contusión, aunque para saber específicamente de qué afección se trata se requieren exámenes más específicos y profundos, en este caso en la dimensión social. 

El síndrome del desdén tiene relación con la revolución en las tecnologías de información y comunicación que impulsa un proceso de individualización en torno a redes (acotadas), que deriva en la búsqueda de participación segmentada en torno a identidades múltiples en un ambiente de post-verdad, intermediada especialmente por las redes digitales y la televisión. La desmesurada autoexposición es el principal gatillante de las alteraciones sicosomáticas por presión sobre la subjetividad de las personas. Las redes constituyen el sistema nervioso central, donde se expresan los distintos perfiles y roles, el sentido de pertenencia a grupo, identidades segmentadas en lo social, económico y lo cultural, potenciando la imagen de sí mismo, en el equilibrio de empatía y compasión, de desdén y visualización, de mismicidad y otredad, tanto endógena (familiar) o exógena (entorno cultural). 

Para comprender los alcances de la Sociedad del Desdén, es necesario el enfoque inter y multi disciplinario, eco-sistémico-relacional, considerar la perspectiva ideológica, la tradicional tensión entre: Estado-mercado, lo individual y lo social, la competencia y la colaboración, la integración y la segregación en las relaciones sociales, la madures democrática, la sociedad civil y el sentido de comunidad, en suma, el modelo de desarrollo de cada país, es decir, su desarrollo humano. 

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