El hecho que una de las últimas logias consagradas en el valle de Santa Cruz, con la número 107 en el orden correlativo de la Gran Logia de Bolivia fuera identificada con este nombre, nos invita a estudiar y aprender sobre el significado de una palabra que a simple vista no parece más que el nombre de un lugar turístico, pero que interiorizados de sus detalles y connotaciones nos motivará a profundas reflexiones. El Gran Camino de Peabirú: El renacimiento de una antigua ruta de integración sudamericana El proceso de los primeros encuentros de los pueblos amerindios con la intrusión europea dista mucho de ser plenamente conocida.
La versión oficial referida a la aventura de Pizarro la sindica como aquella que dio origen al primer encuentro de españoles y andinos. Sin embargo, nuevas evidencias sobre el primer ingreso europeo a los Andes se atribuyen hoy al marino portugués Alexis García. Este, luego de naufragar en 1516 en la costa sur del actual estado de Santa Catarina, Brasil, y de establecer el primer asentamiento europeo en la costa atlántica septentrional en Massiambù, escuchó de los indígenas guaraníes la existencia de un camino que atravesando el continente desde el Atlántico, se internaba a los Andes, llegando al Cusco y finalmente a la costa del Pacifico. Entusiasmado por la perspectiva de llegar a este mítico y riquísimo imperio del Birú, organizó la primera expedición hacia los Andes, siguiendo la Trilha de Peabirú, un camino extenso de más de 3 mil kilómetros harto conocido por los indígenas de la zona. Luego de atravesar el sur de los actuales territorios de Brasil y el Paraguay (se le considera hoy el “descubridor del Paraguay”), se internó en los Andes bolivianos y posiblemente sur peruanos, hasta un punto no determinado. Detectado por los Incas al saquear un templo, fuga perseguido por las tropas de Huayna Capac, logrando pese a ello, enviar de regreso a Santa Catarina 40 kilos de objetos de oro y plata saqueados del Imperio Inca. Establece un campamento en las riberas del río Ipané en el Paraguay (en la hoy localidad de San Pedro) en donde es luego atacado por los pobladores del lugar y muerto (Rossana Bond 2004). El gran Camino de Peabirú era desde mucho tiempo atrás, y posiblemente desde cientos de años antes, una ruta de trueque e intercambio, de peregrinación ritual y de flujo de ideas y conceptos, harto transitada y conocida por la población aborigen. Fue también la ruta tomada por los Guaraníes Chiriguanos en sus dos invasiones al imperio Inca (Menas 1917; Millones 1972). El Camino de Peabirú era también nada menos que el trazo de la trocha que seguían los guaranís en sus peregrinaciones milenaristas en busca de La Tierra Sin Mal, y que la etno-historiadora brasilera Maria Isaura Pereira Queiroz (1968) ha documentado ampliamente. Por su parte el historiador Luiz Galdino sostiene que esta vasta red vial convocó también a pueblos andinos en epopeyas épicas: “cuando buscaran en paraíso de sus antepasados, tenían que dirigirse para el este…
Ellos sabían que aquí estaba la raíz de sus antepasados” (2004). Sin lugar a dudas esta ruta se remonta a períodos muy anteriores a la expansión Inca. Por su parte el astrónomo Germano Bruno Alfonso ha determinado que la ruta trazada sobre el territorio continental seguía sobre el mapa sudamericano nada menos que el recorrido celeste de la Vía Láctea. Su trazo, al superponerse sobre la troncal del Q’apac Ñan Inca, reconfirma este diseño. Como todo legado de las antiguas culturas americanas, en esta fantástica ruta confluían tradiciones cosmológicas, conocimiento ancestral, comercio y articulación sociocultural. El Camino de Peabiru fue la mas importante vía transcontinental de América del Sur en tiempos precolombinos, uniendo la costa Atlántica con la del Pacífico, la región contemporánea de Sao Paulo y Santa Catarina, con Bolivia y el Perú (Cusco y Puerto Inca). Hoy, novedosos estudios nos muestran la importancia de este camino que en la antigüedad puso en contacto continuo a los pueblos Andinos y a los pueblos de las tierras bajas de la Sudamérica oriental. Y algunos brasileros y peruanos han recorrido parte del trazo en algunas partes identificable, en otros asumiendo que por allí fue (en el caso peruano por ciclistas como Felipe Anaya y Omar Zarzar).
En proceso de nacer, vislumbro un Proyecto Peabirú, queriendo entusiasmar a un grupo de caminantes, promoviendo una expedición multinacional que involucrara a pobladores rurales y urbanos, a visionarios de diversos sectores, públicos y privados del Brasil, Bolivia, Paraguay y del Perú. Esta recorrería el ancestral Camino de Peabirú en una búsqueda simbólica y práctica de las raíces de la integración sudamericana, promoviendo y activando los intercambios y contactos entre los pueblos de las tierras altas y bajas sudamericanas, fomentando la conservación del patrimonio natural y cultural de la región, y la búsqueda coordinada y consensuada de una patria común enraizada en las ancestrales tradiciones sudamericanas, y con la visión de quién al caminar ve el mañana con entusiasmo y esperanza.
Alejandro Camino Diez-Canseco