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LA UNIDAD Y LA ACCIÓN

La intensidad que exige la labor diaria, ha provocado que gran cantidad de personas nos aislemos cada día, en mayor o menor grado, de la realidad colectiva del mundo y del acontecer simple de los seres humanos. A veces pasamos tan raudamente por las calles que nos conducen de un punto a otro, que todo lo que acontece en ellas parece ser solo una visión carente de vida, un bullicio fantasmagórico que ha perdido sentido, un torbellino en que se ha sumido – en confusión dramática – la vida cotidiana. Ojos cegados, corazones encallecidos, sentimientos enmudecidos, valores desordenados, frustración creciente, camino sin sentido, son parte del resultado de todo ello. Una pretérita unidad resquebrajada por la acción de la dinámica social de la vida actual. ¿Cómo volver a la sencillez de la vida, a la suprema vigencia del amor, al imperio de la solidaridad, a la visión aunque sea poco nítida de la felicidad a la que estamos destinados?

Los visionarios conductores de los grupos humanos, se esforzaron por hacer de la sociedad un ente ordenado y armónico, basados en sesudas leyes que pretenden normar el comportamiento. No hay necesidad de analizar la eficacia de esas regulaciones, solo hace falta dar una mirada crítica a nuestra situación actual. ¿Por qué no funcionan? ¿Por qué no logran sus objetivos? Supongo que es en razón de que no están dirigidas a cambiar la causa de los acontecimientos, porque no están diseñadas para cambiar el corazón del ser humano que es de donde emergen los hechos de la historia.

Trato de caminar cada día entre el bullicio de nuestra ciudad para no perder el contacto humano y tratar de entender la historia actual. Pero fundamentalmente para tratar de saber cómo puedo contribuir a mejorar la situación…. Sin duda con lo único que está al alcance mío: Mi Conducta

En la práctica de la reflexión y la expresión, es un ejercicio interesante escoger una palabra, ubicarla en un contexto y trabajar en torno a ella. En esa dinámica, he escogido, para esta oportunidad, las palabras Unidad y Acción, ubicadas en el contexto masónico individual. Este trabajo utiliza las palabras escogidas como un pretexto para que conversemos, como un motivo para expresar nuestros pensamientos y sentimientos, centrados en un tema, y enriquecernos tanto en la práctica de esa dinámica, cuanto en la reflexión que el proceso nos inspire.

En los conceptos, la unidad es una propiedad que denota imposibilidad de división o separación de algo. Por lo tanto, la pérdida de esa propiedad, implica la desaparición de la naturaleza de ese algo. La unidad es la propiedad de lo que constituye un todo formado de partes concordantes. La acción es lo que se hace o se realiza. Es la operación por la cual las cosas ocurren. Operación que también se puede contextualizar en un ámbito para el análisis. La acción de las fuerzas de la naturaleza, la acción del ser humano, y cuando se habla en el contexto humano llega a tener características de facultad, de derecho o del deber y de voluntad.

En el Universo y la naturaleza, la unidad es básica y pre – existente, casi podríamos sostener que es estática; confirmado esto cuando vemos la estructura, por ejemplo, de un átomo de algún elemento químico, la unidad del mismo radica en la composición proporcional de –básicamente – sus electrones, protones y neutrones. Cuando esta unidad proporcional cambia, ya no existe el elemento como tal. Sin embargo, la condición dinámica de la unidad también existe, puesto que en forma permanente la interacción de los elementos del universo, da lugar a nuevos elementos con unidad característica y propia. Ejemplos: el agua y el aire.

Es decir, hay unidad de base y unidad por acción. Hay Unidad ya hecha y Unidad en construcción. El humano es un ser en construcción. Es un ser en desarrollo. Un ser que está construyendo su unidad. Un ser que trabaja – ejecuta acciones – para perfeccionarse.

¿Cuáles son las frases con las que la masonería define este proceso? – Es un sistema de moral ilustrado por símbolos y velado en alegorías, nos proporciona más una definición que una expresión de proceso. – La búsqueda de la verdad por la práctica de las virtudes, denota un proceso. Pues bien, en el contexto determinado en el presente ejercicio, la unidad para lograr el objetivo es la práctica de las virtudes.

Es decir, para que el masón sea maestro, logre su unidad individual – su todo formado por sus partes concordantes –y pueda alcanzar el objetivo de la masonería – el conocimiento y ejercicio de la verdad – debe ejecutar acciones que le permitan lograr la práctica de las virtudes.

El ejercicio armónico de las virtudes es la unidad individual en el contexto masónico. En la actualidad, hablar de virtudes suele sonar a veces como cursi o anacrónico, en una cotidianeidad plagada de términos y elementos sofisticados que la ciencia se ha encargado de colocar a nuestro alcance, además de un complejo y exhaustivo concierto de leyes y reglas para todos los detalles de la existencia externa, la virtud aparece como un objeto en desuso, casi como una quimera del delirio de algún trasnochado idealista. Mas, en nuestro arte real, la virtud es el medio para alcanzar la verdad y por lo tanto el elemento central de nuestro trabajo.

El conocimiento y la práctica de las virtudes es gradual, no es un proceso ni mágico ni instantáneo, de lo cual podemos concluir que la unidad es un proceso permanente en cada uno de nosotros y así, el acercamiento al conocimiento de la verdad, es por lo tanto paulatino. Con seguridad que en esta progresividad radica el encanto de la masonería. Y también ese sentimiento de falta que tenemos constantemente en nuestra vida ….. algo me falta.

La acción para tener incorporadas las virtudes en la vida cotidiana – hacer del masón un maestro – -lograr la unidad individual – es un proceso continuo – de mejora continua, dirían los administradores de hoy –que comprende pasos de inevitable ejecución:

  1. de la inconciencia – voluntaria o no – de la carencia de la virtud pasar a
  2. la conciencia de la carencia de la virtud a
  3. la conciencia de la virtud y finalmente a
  4. la inconciencia de la virtud. Así con cada una de ellas….

Así hasta lograr la armoniosa unidad individual, a través de la acción perseverante del desbastado de la piedra (nuestra propia existencia) con la fuerza de la voluntad (el mazo) y la dirección de la inteligencia (el cincel). Volvamos a la sencillez de la vida, a la simplicidad de la existencia. Trabajemos en lo importante con más afán que en lo urgente, construyamos nuestra unidad individual para que desde ella podamos ejercer la acción necesaria para construir la felicidad, que no es otra cosa que la paz imperturbable. Hagámonos maestros masones para levantar – de verdad – el Templo de la Vida.

Aristides

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