Siempre en la línea del análisis recordatorio de virtudes y actitudes de vida que debemos tratar de mantener vigentes en el día a día, hoy veremos la concepción que se tiene sobre la expresión “tener consideración” o “ser considerado”. Partamos definiendo que “consideración” es un término que refiere a la acción de meditar, reflexionar, estimar o juzgar algo o a alguien. También se refiere a considerar alguna cosa como digna de mayor atención y finalmente al respeto o deferencia que se debe tener con alguien.
La noción de consideración, por lo tanto, puede estar vinculada a una meditación o reflexión. “Considerar”, en este caso, es pensar, repasar o cavilar en alguna persona, hecho presente o pasado y hasta podríamos afirmar en plantear una perspectiva futura sobre lo que podría suceder en caso de tomar “en consideración” algo o a alguien. Coloquialmente hablando se DEBE tener “consideración” con los mayores, con los niños, con las mujeres, como un símbolo de debilidad de la supuesta fortaleza del macho sobre las otras personas en función a un concepto de fuerza física y edad varonil u otro poder circunstancial.
Ya no se trata solamente de un concepto de fortaleza física o de oportunidad de poder, sino del básico respeto humano que toda persona debe tener para con otra y para con todo ser viviente. ¿Puede ser acaso justo el daño que un niño cause a otro en virtud a su viveza, carácter o formación callejera? Es acaso diferente el hecho de los constantes feminicidios, abusos a menores de edad, violaciones, estupro y toda la serie de comportamientos anómalos que la sociedad, por la constante repetición de los mismos, está comenzando a adormecerse en la anomía de la indiferencia y la permisividad del “todos lo hacen”? y finalmente es acaso lícito el abuso y sobre explotación a que está sometido nuestro hogar macro, que es el planeta entero y sus compuestos naturales de minerales, vegetales y animales?
Sin embargo este concepto es mucho más profundo cuando nos referimos a su acepción más antigua que es la de meditar o reflexionar sobre un hecho. “Tener consideración”, no es otra cosa que respetar y aceptar a los demás tal y cual como son, si realmente meditamos en que todos somos seres vivientes diferentes pero únicos y más aún los dotados de esa alquimia sobrenatural del pensamiento y del sentimiento.
- Cuando hablamos de “consideración” dentro de lo que sería la relación con los demás hay que subrayar que ésta se lleva a cabo cuando se siguen los siguientes parámetros: Cuando se respetan los sentimientos de los demás. Cuando nos preocupamos de cómo se van a sentir otras personas en base a nuestras opiniones, ideas o acciones.
- Cuando no intentamos convencer al prójimo de que piense como nosotros pues respetamos y toleramos su manera de entender las cosas, aunque consideremos que está equivocado.
- Cuando no molestamos a los demás cuando sabemos que no pueden dedicarnos tiempo porque están trabajando, estudiando o llevando a cabo una actividad importante para ellos.
- Cuando vamos a hacer un regalo o favor a alguien y realmente pensamos en sus gustos y sus necesidades en lugar de en las nuestras.
- Cuando en lugar de reaccionar en base a nuestra supuesta inteligencia o fuerza física, nos detenemos a razonar sobre el porqué y el para qué de la reacción, tanto de la ajena como de la nuestra.
- Cuando meditando sobre nuestra real composición humana, dejamos de lado el espejo de la vanidad para sumergirnos en el de la igualdad de seres vivientes y pensantes.
- Cuando meditamos que la tierra no fue creada solo para nosotros y que es limitada en sus capacidades, superficie y calidades y su equilibrio (ecología) no es deber de los “otros” sino de todos y cada uno de los ocupantes de esta nave espacial llamada Tierra.
En todas esas acciones se considera que la persona que las lleva a cabo es un individuo “realmente considerado”. ¿Habremos pensado, razonado, meditado y reflexionado lo suficiente sobre estos conceptos, como para considerarnos “considerados” con los demás? O será tal vez necesario un replanteamiento de valores para retroceder en el tiempo y dar el lugar que le corresponde a cada uno de los seres que ya vivió gran parte de su vida y si bien ya no tienen fuerza física o riqueza material, están dotados de una enorme riqueza de experiencia sumada a una enorme reserva de amor por entregar (relación abuelos-nietos).
Y de la misma manera aunque visto desde la cara opuesta del crecimiento humano, el ser considerado con los bebes y niños, con aquellos cachorros humanos que en su inocencia y debilidad, expresan en sus miradas sentimientos de necesidad y total dependencia. Podrá ser concebible que alguien con un mínimo de razonamiento y mente humana pueda lastimar a un pequeño por venganza, resentimiento contra otra persona, cansancio o simplemente por satisfacer un instinto primitivo, del que hasta las fieras se liberaron en el proceso del desarrollo evolutivo? Un término que en su propia definición nos inspira a la reflexión y éste es un buen momento para meditar con esta lectura y hacer un parangón con nuestras reacciones a veces exageradas y otras fuera de control en nuestros actos más simples, como con nuestras mascotas, nuestros niños, abuelos y hasta con los vendedores que hoy por hoy, son los dueños de las calles, aceras y todo lugar apropiadamente llamado “público”, aunque con los excesos de una y otra parte que serán tema de otro análisis en alguna futura oportunidad.
SAFO