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EL COMPROMISO

Siguiendo la línea del mes anterior cuando reflexionábamos sobre la “palabra”, veamos ahora otra acepción que normalmente los humanos nos resistimos a cumplir en nuestra cotidianidad, pero que implica de una mayor responsabilidad y seriedad, hablamos del “compromiso”. La palabra compromiso se utiliza para describir a una obligación que se ha contraído o a una palabra ya dada; un compromiso es una promesa o una declaración de principios; el término es utilizado para hacer mención a cualquier clase de convenio en el cual cada una de las partes asume determinadas obligaciones. Por lo tanto, un compromiso puede definirse como un contrato que no necesita ser escrito. Se dice que una persona se encuentra comprometida con algo cuando cumple con sus obligaciones, con aquello que se ha propuesto o que le ha sido encomendado. Es decir que vive, planifica y reacciona de forma acertada para conseguir sacar adelante un proyecto, una familia, el trabajo, sus estudios, etc.

Para que exista un compromiso es necesario que haya conocimiento. No podemos estar comprometidos a hacer algo si desconocemos los aspectos de ese compromiso, es decir las obligaciones que supone. De todas formas se considera que una persona está realmente comprometida con un proyecto cuando actúa en pos de alcanzar objetivos por encima de lo que se espera. Se dice que una persona se compromete cuando se implica al máximo en una labor, poniendo todas sus capacidades para conseguir llevar a cabo una actividad o proyecto y de este modo aportar con su esfuerzo para el normal funcionamiento de un grupo, sociedad o empresa.

Al margen de estas consideraciones de tipo semántico y que eran importantes el recordarlas, podemos ahora preguntarnos, ¿Cuál puede ser el mayor compromiso? Y la respuesta no puede ser otra que el compromiso de ser veraz con uno mismo, es decir no pensar, hablar y actuar de manera diferente y de acuerdo a las circunstancias, sino mantener una sola línea de actitud y de vida, sin interesar con quien, cuando o para que, pues el ser humano es una sola unidad y de la misma manera debe ser integral en su pensar y actuar.

Se dice que la opinión ha matado el pensamiento, pues todos nos consideramos con el deber de opinar sobre todo, lo sepamos o no, como también sobre todos, sin estar ni siquiera seguros de conocerlos. El rumor es un vicio contagioso que nos hace olvidar el más sagrado de los compromisos cual es el de la integridad, con conocimiento pleno de lo que se afirma o se niega, ya que al desprendernos de esta virtud solo actuaremos como transmisores inconscientes de algo que ignoramos, ocasionando daños en personas, instituciones y hasta en sociedades enteras.

Quien se compromete con ciertos principios de vida, será en consecuencia una persona recta, con valores morales y éticos, y cuya palabra será siempre la verdadera, comprobada y adecuada. Cuán importante es entonces el reflexionar profundamente y con calma antes de asumir “compromisos”, sea cual fuera la importancia y trascendencia de estos, pues no solo estará en riesgo la integridad y seguridad de los otros, sino la propia personalidad de quien se compromete a algo.

En la actualidad donde el egoísmo se ha vuelto una religión universal, debemos insistir en la práctica y cultivo de la virtud por y para los demás, pues solo desprendiéndonos de ese ego dañino e individual, podremos integrarnos a la gran unidad, solo y cuando asumamos la totalidad del compromiso de ser hombres de bien.

SAFO

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